miércoles, 25 de junio de 2008

CRISTÓBAL ZAPATA, Cuenca, 1968


Poeta, crítico literario y de arte. Dirigió varios talleres de literatura en su ciudad y en Quito. En 1997 fue designado Coordinador General de la VI Bienal de Pintura de Cuenca. Artículos sobre arte contemporáneo y literatura han aparecido en importantes revistas nacionales.

Pórtico

Una mano se abre sobre la crispación del vientre
Otra mano se cierra sobre el sexo
hasta que los labios musiten la primera vocal
la que inicia el gozo.


Mientras posa, la modelo reflexiona
Y aquel que no sea Ofelia,
comprenderá su fortuna porque yace enterrada y no,
como en la leyenda,
ahogada en un río.
Félix de Azúa, Las lecciones suspendidas.
¿Será eterna esta flotación esta mojada laxitud del cuerpo?
"Son tus manos
las que han de mostrarte inerte"
-dijo el Maestro-, y así me hallo
pretendiendo insinuar con los dedos
el ademán revelatorio,
la cabeza levantada de la superficie inmóvil
observando el lento valseo de las ramas.
¿Son la muerte este río imperturbable, estas aguas que no descorren mi vestido? Mi boca tiene un rictus de agonía pero la agonía es tan solo víspera.
Para hacer de Ofelia, no debió elegir a una mujer de la vida; cada vez que mínimos flujos de agua llegan hasta mis muslos


La niña en el charco


Desprevenida, con su falda corta
veo andar a la niña sobre el charco
ignora que el agua es un azogue
donde se refleja su slip blanco.

Descubierto su secreto más tierno
en ese turbio espejo de agua
solo quiero volver a encontrar su imagen
entre las ondas que deja a su paso.

Pero es tan repentino y fugaz el misterio
más súbito y veloz que el deseo o el aire.
Cuando torno a abrir los párpados
sobre el opaco cristal ya no hay nada.
Apenas consigo con mis dedos
acariciar la suave ondulación del agua.


Jordán


En la tibia tarde
del pueblo han bajado hasta el río
y sin decirse nada
han entrado en él,
desnudos.


Juan observa cómo el sol ilumina y abrasa
el pecho de Francisco,
cómo el agua que fluye tan munidamente
ciñe sus caderas
-esa poderosa conjunción de huesos
que la piel endulza y ablanda-.


Francisco, que advierte el brillo de los ojos
el inequívoco temblor del cuerpo bajo el río
lo abraza como protegiéndolo de él mismo.
Juan se refugia en su torso
y al hacerlo derrama,
sobre el hombro de Francisco,
un puñado de aceite sagrado, cristalino.

(Para Roy Sigiienza, poeta tutelar)


Las muchachas de H. H. (o Balada de las damas de antaño)

Qué se hizo Alana Soares
la muchacha de los punzantes senos
estudiante de ciencias políticas;
dónde está Susy Scott
la bronceada rubia de Boston,
que con tanta gracia sabía
correr su prenda;
qué fue de Cristina Ferguson
la hermosa colegiala de Liverpool
la que "eventualmente" pensaba
"tener varios hijos y ser una buena madre";
díganme dónde se halla Tracy Vaccaro
la de piernas lisas y largas
(columnas jónicas coronadas de acanto);
qué se hizo Carina Persson
la niña mimada de Estocolmo
tan holgada de carnes;
qué fin tuvo Penny Becker,
a quien le gustaban las cerezas,
el champagne y la luna llena,
la que tenía entre sus fantasías secretas
"convertirse en una vagabunda profesional
y recorrer por todo el mundo".

Qué se hicieron todas ellas,
las grandes agasajadas en el invierno del 84
las reinas de aquel Holiday House Party
que el abnegado Hugh Hefner ofreció
como cada diciembre
en el trigésimo aniversario de la empresa,
las que mi padre se llevó
(despegándolas de la pared de su estudio
con la misma acuidad que puso en adherirlas)
el día que se fue de casa.

Dónde, en qué país, en qué ciudad
encontrar a las adoradas playmates de mi padre
aquellas que hicieron dichosa mi infancia
la que quisimos tanto.

MARCELO BÁEZ MEZA, Guayaquil 1968

HIC NOVAE VITA PORTA EST
fragmentos


ABLUCIÓN

Nací cuando tenía treinta y tres años
Respiraba como un pez que extrañaba el mar.
El cordón umbilical en mi cuello
Momento vital el de la primera imagen
Lloré porque me habían expulsado del paraíso.
Mi madre era blanca como lo blanco
Y más bella que lo bello
Era una mujer que me traducía la realidad.
A los cinco años me contó toda mi vida
Desde el momento en que estuve escondido en su vientre
Hasta el día de mi muerte.
La ablución no se hizo esperar:
En un lavabo se me bautizó para ser humano.
Desde entonces echo de menos el agua de la placenta
Se me limpió de las algas y arenas del océano amniótico.
Mi padre era más taciturno que una sombra.
Cuando tenía cincuenta meses
Me llevó a la sala de un cine
A los diez años me prestó sus viejos diarios.
Por ellos supe cada tarde
Yo portaba el virus de alguna locura
De esa manía de registrar imágenes
Y de ser el vigía de las realidades
El incautador de las cosas.
El hacedor de versos con cicatrices
Vocablos íntimos
Como una oración pagana.

LA PUERTA No. 3

Abriré las puertas del cementerio para liberar a mis muertos
Cortaré las alas de los ángeles de piedra
Con ellas mis hermanos escaparán del purgatorio
¿Por qué se construyeron los camposantos
en el borde las ciudades?
Yo no quiero llevar allá a mis muertos
Quiero hundirlos para siempre en el río
¿Quién diablos me asegura
que ésta es en verdad la puerta de la nueva vida?
¿Quién se atreve a confesar
que el demonio le regaló sus alas a dios?
No sé qué ansían plantear estas preguntas
Pero ya las he escrito
Para nada pienso borrarlas o clarificarlas
Yo solo sé que me voy a morir y no me importa

ZAGUÁN DE ALUMINIO

Puerta del oscuro zaguán:
eres el límite donde se comunican la ciudad y mi encierro
Vivo con rasgos ajenos
Me escondo de mí y de los demás
¿Qué haré cuando acabe de hurtar
todos los rostros del puerto?
Imagino que le pregunto mi nombre a la gente
Debería de existir alguien que sepa algo sobre mí
Busco las líneas de mis manos
Alguien las ha borrado
No le pediré a ningún transeúnte que me dibuje una
Tan solo una línea imaginaria que me permita existir

LA AUSENCIA SOLO SE DEFINE A PARTIR DE QUIEN SE QUEDA

Quise enseñarte la ciudad que no conocías
El filo de Suburbia
La puerta número tres del cementerio cuya inscripción rezaba:
Hic novae vitae porta est
Por allí habríamos entrado a un paradiso
A ver las estatuas que cobran vida en la noche
Me habría gustado tomar contigo líneas de buses en las
/que nunca te habías embarcado antes
Ir a los mercados donde venden
Libros usados con títulos no imaginables
Todo esto es como un poema nunca escrito
Un verso que se llevó la ría
De nada sirve escribir lo que pudo haber pasado
La puerta el cementerio miente:
Esta no es la puerta de la nueva vida

ASTERIÓN

Deambulo por allí ocultando mi nombre
Sé que alguna esquina esconde a mi redentor
Desconozco la forma de su castigo
Temo el filo de sus dagas
¿Cómo será su rostro hecho del mío?
Él me ayuda a conocer mejor la ciudad
Su acoso me hace huir hacia barrios insospechados
Está despierto mientras duermo
Sabe cómo concluir mi biografía
No hace más que contar los pasos que doy
Se escabulle entre portales
O por los rincones de algún bar
Cuando me aborde confesará:
Vengo por tu extremaunción
Lo reconoceré porque sus rasgos
Ansiarán parecerse a los míos

PACO BENAVIDES, San Gabriel 1964-Ginebra 2004

Sociólogo. Formó parte del taller y del colectivo editorial de Matapiojo durante los años ochenta. Dibujante, ensayista y lector políglota Se radicó a inicios de los 90 en Suiza realizando una intensa actividad con la comunidad latinoamericana, fue allí donde “despareció” abruptamente, en 2004. Su obra dispersa y en gran parte inédita, no ha sido lo suficietemente estudiada ni valorada.

De Historia natural del fuego (1995)


Cuando nació, dormía la angustia de los pájaros; y las flores resplandecían al contacto de los ruegos y los pensamientos fulminantes. Entonces, como en un haz de hálitos, el borde de un sueño diurno agonizaba en la constelación de la tarde. El sol y los demás arcanos reverdecían el rostro de las palabras de los ojos, el último error de las miradas... Para su cuerpo de arena de un día entre las manos, la disposición de la luz para anegarse de nombres. Para sus ojos pardos el otro cielo de una siesta lunar; para su nombre, las lontananzas de las hojas y de los pasos de los insectos frágiles por entre el fuego y el agua. Y el aire del fulgor de la esperanza. Y el castigo simétrico de un deseo, de una entrega, de un sueño que resta ser soñado entre las piedras...

Y tan sólo en un parpadeo de la tierra extraviar su imagen –estallando- que entra en la exasperación del dolor, ¿en el misterio de la libertad? Para sus ojos pardos que diluyen la conciencia de estar. Y el grito de los peces. Y el ruido del ocaso.

Pero viene sin forma por el viento. El viento que trae y lleva las noches polares y los días ebrios. Ya sin magia su vulnerabilidad escondida en la memoria, el odio de las puertas, en la obsesión de las paredes.

Ella va hacia el rincón de las caricias débiles. Para su cuerpo de tantas cosas el alba; para sus ojos que tiemblan en el aroma de la ausencia, el murmullo de las palabras dichas en sueños, de sueños dichos al despertar. Y el don natural que tienen los hombres de seguir siendo pájaros entre los hombres.


De Viento Sur (1997)

iii


el verano ha sido un espejismo
incapaz de abrirme los ojos
o de encarnar las palabras

mientras paso por la noche
hacia un lugar que conozco

ninguna huella en la niebla
solamente el olor de las hojas
me guía a tientas

has entrado antes del alba
y ella duerme maravillada

de entre las últimas voces
sobreviven en ti algunas:
hablan solas cálidas por tu lengua.


XVI

Pero qué sé yo en este momento
apoyado a la barra de este bar
de esta ciudad escandalosa
y clara
sinuosa
si no fuera porque nos gusta
hablar a ti y a mí sobre todo
lo mortal:
esta señorita que se aleja
y se disipa (y la seguimos más allá
por donde vaya redimidos)
esta cerveza tú sabes
sutil que nos embala
o estas voces hablando del instante:
hablando en blanco
volando
en círculos
cayendo de tumbo en tumbo fue entonces
cuando la percibimos
más alta que su prestigio
la Novia venía con su espumoso vestido
te das cuenta como si nunca
la hubieras poseído poblada
por nuestra lenta tímida cosmogonía.

XXV

Nadie queda en la ciudad
sólo las lámparas
alumbrando la lluvia.

Silencioso,
tus pasos nocturnos
vigilados por los gatos.

Por fin duermes
y tu mente se despeña
se despierta por tu lengua.


RONDA NOCTURNA


A los seis ya veía bajar por los potreros
prietas pantorrillas arriando la madrugada
alguien lloraba y se le saltaban los mocos
a través de la de dedos de rosa
quien traía cada día más tiznadas sus mejillas.

Al amanecer tiritando y siempre cuchicheando
alguien servía un café insípido mas
humeante. Frugales fueron aquellos
banquetes en las afueras del palacio.

Los grandes grasosos señores grandes
bailes ofrecían y en uno que otro daban
las sobras por las puertas traseras
de las puertas de servicio.

Entre lágrimas algunos pedos y demás
fluidos de la plebe la ciudad irreal
otra vez despertaba y el canto de los gallos
mandarines de Vésper encendían las calles.

Todo saluda al día nuevo; un nido de abejas
eran sus bocas, hijueputascarevergas
maricones tam cabrones tam viracochas tam.
Eran las potencias del hablar materno.

Vírgenes de formas plenas presidían los altares
y apenas recogida la estera preparaban el carbón:
gentil ídolo del bruno lugar natal ¡escucha!
crepitaba tragando su descendencia.

Súbito viene eso por lo cual la tierra espera
hacer aderezos con nuestro seso; en el
trovar de la cantina era sabio decir:
«aguarda la alta costumbre de procurarte frutos»,
«quiebra maqui de guagua». Ara vos prec,
no vaya a ser cosa que atine a columpiarse
en ese país «irreal limitado por sí mismo».

MARIA FERNANDA ESPINOSA, Salamanca, 1964


Poeta y antropóloga. Textos suyos se han incluido en las revistas internacionales Hispanomérica de la Universidad de Marylan (1996); Colages and Bricolages (1993); International Poetry Review (1994), y en las revistas nacionales Cultura del Banco Central del Ecuador (1992) y Letras del Ecuador (1994-1998. Consta en las antologías: Between the Silence of Voices: An Anthology of Contemporary Ecuadorean Women Poets (Quito, 1997); Memoria II Festival de Poesía Eskeletra'98 (Quito, 1998); Poesía erótica de mujeres: Antología del Ecuador (Quito, 2001). Ha sido Ministra de Relaciones Exteriores del Ecuador.

De Selección Poética, 2006 Fragmentos XXXIII
Ningún espacio es suficiente para contenernos
ni esta selva que se desnuda en vértigo
ni el más allá del brujo y su ayahuasca

reclamo tu olor
y repaso
los pliegues del aire
que nos sostiene inmóvil

detengo este sueño
para que se haga el silencio
para que te devuelvas
cubierto de sábanas tibias
en rumor
en ojeras de tiempo circular.

XLV

En la selva
la luna es más grande y más tibia
un círculo de cera con penachos de luciérnaga
atravesada por ríos de sueño
anchos ríos como el Napo y sus islas.

Es otra luna
otro tiempo
son otros los hombres
las mujeres de ojos rasgados
otras las cascadas
carcajadas de agua y espuma
de sombra garúa
que apenas moja
como amante tardío.
A los guacamayos
les crecen alas nuevas todos los días
y a las nubes unicornios de viento.

Es otra luna
otro tiempo
son otros los hombres
otras las cascadas
carcajadas de agua y espuma
de sombra garúa
que apenas moja
como amante tardío.

MATILDE
Matilde
quiero traerte en el trapecio de la memoria
eres café pasado
pinol
los idiomas de los animales
los secretos que compartías con el canario
el pan remojado que pasabas
de tu boca a la boca del gato
o a la mía
quisiera llevarte más por dentro o por fuera
en el marsupio de mi espalda
en mis tatuajes internos
en mis plazas parentales
en mis rústicas palabras
quiero alojarme en tus arrugas
quedarme con algo tuyo.

Por ti supe que los duendes se hacen trueno
al pie del sauce
que las fiestas de la cosecha se cantan
envueltas en mujeres con enaguas de sigse
aprendí de flores y ungüentos
los frotes con colonia y caldo
para el espanto y la pena
quiero acordarme
de tus lecciones de botánica
de cocina
de curaciones digitales
tus bálsamos de eucalipto y menta
o tus amnesias selectivas
antídoto para el llanto.

Tengo una joroba de demonios por dentro
demonios con antifaz y piernas de cadmio
cúrame
cúbreme de flores como a Ofelia
hazme peso pluma
pluma del canario que te crecía en las manos
cántaro con grietas tus manos
riégame té de paciflora o valeriana
sóplame agua de tilo
tengo cristales de cuarzo en los ojos
no veo
los frailejones
los pencos de hoja ancha
ya no están
el páramo se devoró a sí mismo
decías que el páramo no come a su yunta
pero sí
tampoco están los lagos
que se tragan las garzas
o los mirlos desplumados
quiero ver
pónme colirio de aguas de azahar
de flor de mandarino
pónme saliva de lince
quiero verte
es que la miopía es como la amnesia
un cuarto sepia con filos borrosos
un saco de arena con gusanos
de eso sufren muchos por aquí
pájaros coronados
hormigas con cabeza roja
tigres reales
toda la fauna de este corral
olvidar es no ser
me enseñaste que la memoria es como andamio
como canasta de vigas que nos sostiene.

Entre los espíritus que crecen en los maizales
las vírgenes preñadas y los santos sin nombre
recobro tus trenzas envueltas en sogas de colores
envolviendo tus ideas fijas y circulares
matizando las canas
el verano es siempre el mismo pero otro
me decías
la lluvia es el agua que les sobra a las nubes
y las gotas son porque el aire es cedazo
como cedazo es la memoria
la amnesia es cuando el cedazo se rompe
y el agua llega en caída libre
el olvido inunda.

Nunca conociste la selva
pero estaba en ti
eras heliconia
níspero
chontaduro y camote
las alfareras
las cultivadoras de yuca y jicamas
las danzadoras
tienen tu perfil de guerrera
tus silencios
la tierra en las uñas
los pómulos en punta
los ríos de tanino
se limpian con tus cenizas
las lianas
crecen
cuelgan
envuelven mi recuerdo de ti.

Tengo frío
cobíjame con piel de foca
de oveja en celo
vísteme de humo tibio
cicatrízame con sangre de drago
savia de cactus
o mejor
con tu saliva que teje y moja
como granizo
que se estrella contra piernas beatas.

Cómo parecérteme
si lo único que tenías de postizo son los dientes
estoy patoja
tengo un clavo de pólvora
que me atraviesa la médula
quiero volar como guacamaya púrpura
hasta atraparte
pero el viento es hueco
no te vayas
si tú como el páramo no devoras a tu yunta
no me dejes
lábrame
cúbreme de humus
pódame
hazme un bonsai con tus semillas
alójate en mis arrugas
báñame de espuma
y vértigo.

El eco de tu nombre en la memoria no alcanza
haz que los duendes dejen de ser nómadas
en las cabezas de los sin memoria
que el pinol se desgrane
por las gargantas de los otros
hasta devolverles el paladar
no dejes que los sigses se deshuesen
o rompan las enaguas secas de las momias
haz que las mujeres
se mojen los tobillos antes de gritar
pero que griten
habla con los pájaros
para que recobren el silencio
y puedan parir
planta musgo y líquenes
en las acequias estériles del páramo
recobra los párpados de los que no quieren ver
dibuja en sus córneas escenarios de tiza
bosques de lava
hombres y mujeres de espaldas
sin tocarse
cuando los ciclos te devuelvan al monte
avísame
quiero recogerte pedazo a pedazo
hacerme una cobija con tus trenzas
ahí me envuelvo
así me quedo.

EFRAIN ESPINOZA FALCONI, Riobamba 1963


Desde 1996 busca nuevos horizontes en Europa. En Londres estudia inglés, diseño gráfico y fotografía, además de dirigir varias publicaciones iberoamericanas. En 2001 se radica en Ibiza, España, ciudad en la que trabaja y reside. Ha sido promotor de eventos culturales de la comunidad ecuatoriana y latinoamericana en Europa.



De Goznes itinerantes, 2000
Fragmentos


RE-VERSOS EN GRIS

Lo que el poeta torna poético
lo que la poesía captura
lo que se dice poéticamente
lo poéticamente bien dicho
¿Qué?
el poeta …

I

Parte de su atmósfera y especula en ella

La naturaleza al llenar vacíos
reemplaza respuestas con ausencias

Intento dejar estos aullidos
en su metabolismo
Todo …
principalmente los residuos
en mi incrustados con palabras grises

El titilar
de la ciudad Razones
necias-razones todas-ciudades
que sostienen mi cordura
entre bronces y monumentos

La razón
es el dios acomplejado sin respuestas
la pantera con la preñéz del sol
el aborto del aire en humo
la labriega con sus estrellas sin amanecer
la maga de cartones en los que permanece
mientras transcurren
vientos, aguas, soles y tempestades …

La naturaleza deviene en razón
como lógica absolutista

Dibujo borrones de poesía fragmentaria
en óleos que poseen
e invaden a la naturaleza muerta
tornándola ocre y metálica

Fuertes referencias de mascotas
el panteón ha capturado las fobias de mi gato
en millones de gamas

Despiertan los bosques
que esconden el amor en minutos / mujer
a punto de su fingido orgasmo
cataclismos y por supuesto murmullos

Tenía la seguridad
de encontrarla
en donde la creación no se detiene …
en los lugares
que alguien cruza la pierna
buscando alguna seguridad
y se refugian en periódicos a medio leer

Pero en ninguna banca de parque estuvo

Y los versos se fueron …
se quedaron en el asiento …
de pie … allí están …idos …

II

Regresa a sí, en busca de algún sentido

No conozco otros temas
y hablo de mis alambradas

Sin encontrar nubes para subirme
tuve que bajar al pavimento
en donde se vive precozmente
es el bosque de cemento

Allí se esconden solitarios
versos abatidos por ausencias
Viven - desviven
aún no mueren pájaros trovadores
terriblemente tristes de alimento y melodía

¿De dónde surgen los poemas?
¿Y los poetas?
los poetas se hacen de la palabra
la palabra hace poetas
los poetas son los que hacen palabras
las palabras y los poetas hacen poesía
la poesía hace poetas
los poetas
la palabra …

¿Una inexistencia actual…?
Me pregunto sin nunca responderme

Sus voces roncas o melodiosas
sus versos que únicamente no tienen alas
para vivir del viento
o de tan usados zapatos
sus callos ya no duelen al caminar

La palabra separa a ella de la vida
y la transforma en enredadera
creciendo en el humo de cafeterías
y construyendo la vida
desde la exquisita especulación

V

El se niega, al negar su poesía
¿En dónde estás…?

Tu manantial es el silencioso
caudal que te ocurre dentro
sin peces ni ruidos exteriores
sin el cordel que trepas edificios
a mirar el hormigueo urbano

Estarás allí
sin nada de aquello
que conforma el cristalino silencio
voces
poesía-urbana
metáforas
reseñas
autobiografías versificadas

El poeta no existe
ni su palabra ni su aroma
y sin él
su poesía transparente
Se fusionará en la neblina amorfa

Así es la ilusión
cuando nunca se la ha tenido
un volcán buscando cráter

¿Y luego…?

los escombros de uno mismo
recogiendo su anonimato

Nos ofrecemos en gotas siendo ríos
gotas minúsculas
olvidadas en los sudores piel-carne

Es demasiado el universo para existir
son tantas las olas para sumergirse

Soy … el instante que deseas encontrar
mientras tiras de mis músculos
buscando perderte entre mi cuerpo

Dices

“Somos gotas
cuando nos volvemos líquidos
gigantes pero no únicas
somos solamente el fluido

Imagínate no eterno
la eternidad pasó ya
la siguiente vendrá pronto

Somos
cotidianidad
libro leído, conceptos, escuelas
virtuales
transitorios
No elegidos para monumentos
a-históricos
actuales”

Sueños entre mezclados con realidades
es demasiado el torrente que ahoga
sin pausa
sin detener el itinerante naufragio

Es que otra vez
mi vote se deja al capricho del viento
Olas ... una tras otra
constelaciones una y otra
mundo incapaz y necio
agua de peces sedientos

Imaginarios piratas
asaltando imaginarias islas
sueños chorreados de sudor

Tengo este tesoro para ti
un puerto en cada fatiga
una nostalgia en cada alegría
tengo lo que tienes y tienes lo que no tengo

Una flor acabada de ser muerta
entre tus manos …

MARGARITA LASSO, Quito 1963


Poeta y cantante de música ecuatoriana popular y de vanguardia. Colaboradora de revistas como Cultura del Banco Central del Ecuador y Letras del Ecuador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Varios de sus textos constan en algunas antologías editadas en el país. Ha grabado más de siete discos; Luna Desnuda, Villancicos y Canciones de Cuna, Más bueno que el pan, entre otros. Consta en la antología: Poesía erótica de mujeres: Antología del Ecuador, Quito, 2001.


aunque la franja que te atraviesa el pecho es negra
será blanco el esternón cuando te mueras
no la flor de taraxaco y sus flechas de sol crío
no la piel de mirlo que tienes en los ojos
no las venas en la mama de la mama que amamanta
no lengua de minero que come moras y mortiños
no el chasquido del coito en tus riñones
será blanco el esternón será blanco
en cambio la aflicción que te devuelvo astillas de esternón
que lastimaste
será negra
no lágrima de lagartaleche
no las mamas de la mama y su pezón de uvillas
no el aliento de la loba en la cavidad de la neblina
no el sable de la luna ni su boca
no el chasquido del coito en tus riñones
será una franja negra la aflicción será negra


**********

I

y tus besos
como el órgano de la catedral
como sus tubos
largos
como el dejo de sus bajos
tus besos hondos
graves como la octava de pedales
cuyas lentas vibraciones son las últimas que escucha
el oído humano

fértiles como el teclado de tierra
y la resonancia de sus pesados temblores
II

tus besos
guaitambos de carne y jugo
el acento de la incertidumbre en cada movimiento
suave la nave de la lengua
las teclas de madera o de marfil
la exhalación del fuelle y sus columnas de aire
el órgano de la catedral
esófagos y pliegues lánguidos
como las algas del lago que se extinguen
los altares laterales
las alturas oscuras del coro
la cúpula húmeda de los besos
la cúpula de la hembra rezumante
la cúpula del hombre que rezuma
las válvulas de la vulva como un corno nocturno
la piedra estremecida con el intercambio de óleos

III

la catedral de cal
desde los muros escupe el frío
y apaga el candelero

la organista mitiga las pasiones tubulares

en el tumbado frescos de tus buenos designios

contratalones la cicatriz de caudas y cráneos
que fueron arrastrados y rodaron

el portón y su chirrido de gallo degollado

largas la aldaba y la nostalgia
y el ahogo

un hongo en el atrio
la sombra que te nombra

la catedral contrita
resuella
como una flor de hollín
como sobre la arena
una ballena
entre caballos

De, El trazo de las cobras, 1997 South St. Seaport, N.Y.

Al fondo una vieja ciudad sorbe los seres que mueren. Sobre las torres, ámbar cae y lame ventanas y antenas. Lejos de los puentes y las construcciones, en el horizonte, flota un dirigible. Carga oxígeno frío y humo, neblina oblicua, gas para ángeles y alturas. La densidad del aire es su envoltura al vuelo.

A la vista de barcos y botes, el dirigible, cometa con que juega el transatlántico. En su armadura hilos metálicos sujetan arcos de tafetán. Enorme lámpara china, cuando atardece, luciérnaga, el dirigible.

Magia en los ojos y agujas ¿por qué no estás?
La ráfaga helada endura mis pezones.

El dirigible pende del verano que muere y se aleja fatigado. Al muelle no llegan los mensajes que traslada pero mi corazón de gas pesa y cavila como el suyo:

es lento mas no desconfiado acaso pasea

Contemplo el muelle, mar y madera. El agua chacotea y charla.
No refleja la quietud del puerto.

Y las embarcaciones, cuerdas y lonas enroscadas, se dejan mecer libres en las múltiples hamacas azulámbulas.
No reflejan la quietud de este costillar.

En el puerto he dejado la parte de mi sombra que contuvo luz.

No tengo yemas. No tengo dónde remojar el horizonte que tu amor me regala, con qué palpar el astro que crepita y se oculta. Apenas sé condenar la quemadura que fija en mi retina.

Este es un puerto enorme éste es mi corazón que viaja.

Desde el andén no he visto pájaros ni me he quejado. Los que habitan este espacio pescan -como yo- solo la vista de los puentes.
Y helos ahí: albatros de acero que sujetan con cables la isla de Manhattan.
Pero nada vuela.
Solo el dirigible.
Inflamable corazón que se va.

MARCELO ARTEAGA, Atuntaqui 1962


Licenciado en Artes Escénicas en la Universidad Central del Ecuador. Residió por doce años en Europa (Zürich, Roma, Atenas) y cinco en Asia, (Bali, Bangkok), donde trabajó para periódicos y revistas alternativas. En la actualidad vive en Otavalo y se desempeña como traductor independiente.

EL CIEGO

No tiene perro ni hija que le guíen.
Llega a la ciudad palpando las murallas
tras la fragancia del pan recién sacado del horno.
Todos allí le conocen: cantará el fragmento
de un poema a cambio del hambre;
pues él sabe que en el pan
y en el canto están los dioses.


LAS AVES, ACTO II

Cuando Aristófanes se dio cuenta
de que sus dioses eran demasiado ingenuos
como para tomarles en serio, empezó a escribir
cubriendo su rostro con una máscara,
a fin de que ellos no se fijen en él.

No buscó en los festivales su sitio de privilegio
junto a Sófocles, a Eurípides, o al mismo Esquilo,
tan venerado como Homero,
sino mas bien un banco simple junto a la plebe,
en esos días cuando los dioses
bajaban al mundo disfrazado de griegos.

Será por ello que en nuestros días,
al representar sus obras, los actores encontramos
una máscara -sonriente y mordaz-
abandonada en algún sitio del teatro;
la misma máscara que el sátiro
olvidó en sus andanzas por la tierra.


De: Amores Estériles,2004

CÉSAR VALLEJO

De mí hacia las calles sobra un cuerpo.
Tres veces nos sentamos juntos
para compartir la mesa,
dos veces me traiciona y a la tercera
acabamos las horas con un hueso.
¡Ay! Y después de tanto golpe bajo,
de tantos borrones y cuenta nueva,
el hambre viene otra vez, toma los cubiertos,
nos devora y vuelve al otro día
en forma de perro, de siempreviva
o algo parecido al hombre,
como un plato con hojas para la cena,
oliendo a grasa, a estiércol; pero vivos al fin,
se nos enreda en la lengua, se nos destartala.

Yo le hablo en voz baja, cerca de dormir:
ya llenaste la barriga, quédate quieto,
comedor de puerco, con tus palabras.
Y él me contesta en pausas leves,
-como si fuera inmortal:
¿Qué vida es ésta? A pesar leer a Marx
y ser optimista
¡no puedo reconciliarme contigo!


NOCIÓN

Cada uno tiene su noción del tiempo,
lo que consideramos definitivo
mantiene aún su principio de expansión,
igual que una estrella que no logra saltar al vacío
y está detenida en la infinidad de probabilidades;
lo que miramos a través de las ventanas
es un arquetipo en los ojos
evadiendo cada segundo el final:
el eje roto del tiempo.


LA MAGIA DEL POEMA


Mis malas noches con un libro en las manos
son las mismas del Dios,
convertido en agua o en bestia,
prisionero del laberinto.

La ciudad me entrega cada mañana
sus hijos primogénitos, las mujeres
en los dominios del placer
para calmar mi cólera
e ignora que mis ojos no duermen,
que la sangre en mis labios
renueva mi energía.

La magia del poema consiste
en liberar al centauro.

Y en ese empeño no hay nombres ni reloj.

ZÜRICHBAHNHOF

A nadie le interesa saber de dónde vienes,
cuando bebes el agua sabes que no eres de aquí,
no son tus palabras sin el calor de tu lengua
aunque hables como ellos, acentuando la voz.

La juventud te dio el viaje
y este pueblo para el vigor de tu edad.
Aquí haces tuyos los horarios del tren,
los héroes del parque
con flores exóticas en primavera;
a veces, luego del trabajo, te refugias en el cine
huyendo del frío y mientras llega
la hora de visitar a un amigo;
entregas la juventud a una ciudad extraña
aunque nada de volverá contigo,
ni siquiera los hijos que alimenten tus manos.

Cuando llegue la fecha esperada,
se detendrá el bus y estas mismas calles
pisarás, atraído por su abandono;
no será difícil reconocer la casa de tus padres,
e irás a ella pensando en el águila
que, al ver su plumaje escaso,
vuelve a los riscos donde aprendió a volar
y se precipita al vacío.

GALO TORRES, Cuenca 1962


Poeta y traductor. Formó parte del Taller de Literatura del Banco Central, Sucursal Cuenca. Ha traducido del francés al español “Elogio de la nada” del poeta Christian Bobin; el ensayo Francis Bacon, de Gilles Delueze, y Cuadernos de Saorge del poeta francés Charles Juliet. En 1996 obtuvo Mención Única en el Segundo Concurso Nacional de Poesía César Dávila Andrade. Textos suyos se han publicado en las revistas Eskeletra, Cuaderna vía y Línea imaginaria. A partir de 1988 mantiene una columna de crítica de cine en el diario El Mercurio de su ciudad natal.

A ELLA LE GUSTAN LAS CANCIONES

Y camina con tanta gracia sobre la acera
que en cada calle se cosecha el eco de sus pisadas.
Ella, que odia las jaulas pero ama los anillos.
A veces se equivoca y tropieza con las cosas
pero al final se reconcilian y la saludan moviendo sus patas.
Ella, que es tout feu, tout flamme
y que dice obscenidades cuando ama.
Que es capaz de enamorarse por un día de otro hombre
y que no duerme cuando
adivina mi deseo por su hermana.
Ella, que odia las películas de terror
pero se conmueve con los monstruos del cine mudo.
Que tiene la manos pequeñas —pero como dijo el profeta:
son las únicas que tocarán el cielo—.
Y con qué paciencia cultiva los lugares,
les hace un hoyo y siembra el nombre de sus hijas.
Con qué dicha permite que el mundo la invada,
la lluvia, los cereales, los noticieros, mi sexo.
Ella, que odia las despedidas pero ama los muelles,
que no absuelve a este impenitente idólatra de caderas
Ella, que tanto ama las canciones de Sinatra
y los nombres de los cantantes de jazz,
sabe que si me fuera dado volverla a elegir
dudaría.

EL CUERPO ES UNA PÁGINA CÓMPLICE DE LA MIRADA
a Cardoso

Cuando visites un cuerpo, lee sus pliegues.
Descubrirás entonces que ombligos,
talones y muslos son escrituras.
Por ejemplo, hay pechos escritos en caracteres babilonios,
Los únicos capaces de amamantar a toda mi tribu.
Y sabrás que hay vientres núbiles, de temblorosa caligrafía,
volátiles canciones de moda.
Y rodillas, rodillas como libros sagrados,
abiertos para ser leídos con devoción e incienso.
Y labios, labios de frase tan discreta
como los rótulos de una película muda.
Y caderas, caderas escritas en tono mayor,
aquel en el que se escriben todas las elegías.
Y también mejillas, mejillas de tan plácida lectura
como la poesía china de la dinastía Tang.
Y cabellos como una estela de trazos arábigos
entre las que ella asoma como una manzana en un sueño.
Pero ¡ay!, están los ojos crípticos,
los impenetrables codos de vocación barroca,
aquellas manos que se enroscan en su metáfora,
y son como un breve verso gongorino
cuya clave aún no encuentran los hombres.


CORREO PARA POETAS

Para sentirte más protegido en el oficio de poeta
arrodíllate, por la arena, lienzo iluminado por la luna.
DEREK WALCOTT

Amigo poeta:
para sentirnos más protegidos en el oficio
elevemos un salmo
al dios que todavía no nace
y muy de madrugada despertemos
a todo el gremio de los guitarristas,
solo así este instante volvería a llenarse con la misma sustancia
que esa mañana en que sus piernas bajaron del autobús,
-tenía diecisiete años y era toda libros y uniforme—.
Para poner al amparo el poema oremos
mientras contemplamos la delgada ilusión de esas películas
que transcurren entre la nieve y árboles agostados,
o inclinémonos ante las piezas de obsidiana y basalto
en las que algunos hombres leen la biografía del incario.
Para sentirnos más protegidos en el oficio
deberíamos socorrer las heridas de los amantes
con una gasa que por ejemplo
tuviera la forma de andar de los amados.
Maravillémonos pues de la humilde gracia
con que toca un músico municipal
y agradezcamos la voz del órgano catedralicio
que como un anciano profeta predica
una doctrina tan gastada como sus fuelles.
Yo mismo, para dar merecimiento a mi escritura,
me adelanto a la habitación donde yace mi cadáver
para saludar a los que se acercan y me despiden.
En fin, para poner al amparo el poema, amigo poeta,
te ruego hacerlo con la misma gracia que ella
cuando termina de bañar su cuerpo.


IMAGEN CONGELADA

Al fin caí de bruces en la nada,
hundiéndome en una pura y dura extinción
D. H. LAWRENCE

Desde el principio yo verbo, contracción, flujo.
Arteria vertical. Acción. Imágenes. Reflujo.
Un hilo de sangre bautizado con un nombre.
¡Pero basta! Hoy, ahora, cierro mis venas y
retorno, regreso a las cosas, al agua y su edad coagulada.
Quiero por un tiempo
entrar en el sueño como fósil que duerme en la caliza.
Pido un retiro de cuarenta edades a mi desierto.
Reclamó para mi carne la dura piel del carbón
y para mi ojo la quieta mirada de un santo de yeso.
Que mi mano sea el ocioso péndulo de un antiguo reloj
y olvide su vocación de llave, caricia y cincel.
Que mi espejo me devuelva
la inmovilidad colorida y apacible
que tienen los retratos pintados en el Renacimiento,
-con un tipo de muerte que no es muerte-,
una latencia sin vocales, cadencias ni prodigios.
Que mi cabeza regrese al umbral de mi primer latido
y deje de ser esta bala que rebota entre vigas y atardeceres.
Que mi pie se reconozca pariente del té, del pozo y el árbol,
y abandone el tráfico, las aglomeraciones y los puentes.
Huyo de las flores que crecen en la boca de las sopranos
y entrego mi mano al aromado cieno en que duerme el pantano
—esa contenida y movediza muerte—.
Abandono tus recetas, tu almohada, tu campo de carne
y me congelo al borde mismo del minuto señalado para mi muerte.
Quiero, por un instante infinito, la intacta y pura serenidad
de un príncipe del incario que contemplara su funeral.

VICENTE ROBALINO, Ibarra 1961


Poeta y catedrático universitario. En la década de los ochenta formó parte del Taller de Literatura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana que coordinó el escritor Miguel Donoso Pareja en Quito. Sus textos se han publicado en revistas como Eskeletra y la de la Universidad Católica de Quito.

De Sobre la hierba el día, 2001 fragmentos


I

Sobre la hierba del día
un pájaro entona
la soledad de Dios: la altura.
En ese instante
el paisaje cae vertiginoso
hacia la nada.

III

Deletreaba para él cada mañana
(igual que Dios en el Génesis)
los extraños nombres de las cosas:
silla
lámpara
velador
espejo...

Sólo entonces pudo reconocer
la ronca voz de la lluvia
el rumor que en la oscuridad
habían dejado las palabras.

VI

Quizá el mirar sea un oficio
una sana costumbre
tener el semblante de las cosas
cerca de la ingratitud de la memoria.
Nunca será certeza
de que el mundo se ha ido
pues algo quedará en el fondo
guijarro que soledad esconde.

XI

Las miradas de los ángeles caerán,
sobre los cuerpos de los arrepentidos.
La eternidad recostada en la hierba
seducirá a los justos.
Respetables pecadores
pernoctarán
en la memoria del verdugo.

XII

Lo que separa el día de la noche
un rumor apenas un instante
un cuerpo que podría revelarse
o un gran vacío: la página.

XIII

Sentarme
frente a la misma pared
hasta que el éxtasis empiece.
Sólo allí
muy cercano a la muerte o al olvido
lanzar al cielo una interrogante
XIV

Ahora que descansan en un jarrón
el silencio se ha pegado a sus pétalos
como mi memoria a tu sombra.

Solo camino con ellas
cuando empieza la oscuridad.

XV

Nos ha dejado la noche
para que pesemos
la miseria de nuestros días
y envidiemos a los árboles
que viejos y deshabitados
aún sostienen el cielo.
XVIII

Es verdad que mañana
todas las cosas estarán
donde tu memoria las dejó.

Pero si insistes en llamarlas
morirán apenas las nombres.

XXIII

Se apaga una ventana
lenta hoguera que niega el día
a oscuras sin saber dónde
empieza o termina el mundo
máscara con que calla
mi yo ante el olvido.
XXIV
Aves
perforan los ojos del cielo.
Dios enfurece a sus ángeles.
Los lagrimales de las puertas
destilan silencio.

En el aire se pudren palabras.

MARIO CAMPAÑA, Guayaquil 1959


En los 80 integró el Taller de Literatura dirigido por Miguel Donoso Pareja en Guayaquil. Reside varios años en Barcelona, donde dirige la revista Guaraguao, especializada en cultura latinoamericana


De Cuadernos de Godric, 1989 fragmento

1

Yo, llamado Godric,
Recogedor de amuletos y presagios en la arena
Mercader olvidado por antiguas caravanas
/y crecientes playas
No podré morir si no retornan los caminos,
si no renacen mis amigos y mis años
Yo, que no llegué a Bizancio en tiempos de viajeros,
que pude ser templario, funcionario real,
/navegante próspero,
sin cota he quedado, sin yelmo, armadura y lanza
Yo, cubierto por la arena y por la mísera memoria,
me pregunto hoy sí la devota embriaguez
/de mis últimos días me permitirá el regreso,
Vencidos los alcázares
cumplida la voz del nigromante

De Días Largos, 1995

fragmento

11.

Muchos años dejé libres mis animales en el bosque
Los paseantes habían echado a perder
la tranquilidad de sus cautiverios
y ellos de manera a veces violenta
me exigían su libertad,
o desde sus encierros agredían
a los muchachos de los alrededores.

Dejé mis animales en el bosque,
abrí de par en par las puertas de mi casa
y esperé que los temerosos muchachos crecieran
libres en la inmensidad de las verdes colinas
y que llegaran al fin los esperados visitantes
que cultivarían y harían crecer
mi tierra y mi morada.

Mas la casa permaneció vacía,
las puertas cayeron ante continuos golpes de agua,
crecieron musgos en las paredes y en el patio
y yo permanecí en el invernadero
sin fuerzas para evitar la caída de mi casa.

A veces creo escuchar el oscuro aleteo de mis antiguos animales
Y me pregunto si debo volver hacia el bosque
Si los encontraré todavía
Si habrán emigrado o habrán muerto
Si podrán, acaso, renacer en mí,
Si podré, entonces, edificar mi nueva casa.


20.

Cuando llegó
los pájaros temblaron
sobre el corazón de las flores
Cual veloces emisarios propagaron la noticia

Llegó
y convirtió mi casa en un lugar lleno de voces
Miró a todos lados, dijo que no hay caminos nuevos
recogió los recuerdos y desapareció
Y los dulces emisarios del amor
emigraron a los desiertos del sudeste
las voces volvieron a sus paredes óseas
a la impenetrable habitación sin luz en que dormitan.


De Aires de Ellicott City, 2006 fragmento

¿He llegado? ¿Adónde?
¿Qué lugar es éste
Donde los cuerpos cuelgan del asta de los augurios
Y hay hombres con soles en la cabeza
Alas cortantes y ojos en las alas
Guardan el corazón en las arquetas
Llenan sus bolsas de azufre
Y pesan sus almas con gestos tramposos
En el fiel de balanzas trucadas?

Ante la mirada escrutadora de los ángeles
Los pájaros pían ferozmente a ras de suelo
No en el aire sino ocultos en una hierba que no hay
Con sorda furia fantasmal, lejana.

¿Quiénes son, quiénes,
Pobres seres sin rostro
Que hicieron de la mentira un ardid,
De la astucia una verdad,
Y se ahogan ahora sin pausa
La lengua hundida en la garganta, embalsamada
Por el polvo? ¿Quiénes esos seres austeros
Que contemplan cabizbajos la vida como estatuas
Esperando la permanencia
Sin descansar de lo infinito; olvidándolo;
Y se complacen de no estar muertos
E intercambian sus muertes
Mientras pierden su polen magnífico?
Sacrifican hombres y no ciervos
Y a un toque de silbato desnudas mujeres perseguidas
Corren delante de sus amos en los bosques
En sucio juego beatífico.

¿Qué lugar es éste, cuál
Donde no hay, y los amores se amontonan
Unos sobre otros, acechándose
En un gran cementerio:
Promiscua voracidad del pasado continuo
En tortuosa vida póstuma?

Corre el gamo en un campo que no hay, y el ave
Vuela en un aire que no hay. Y tiembla el pez
En aguas que no hay. No hay.
Vive el hombre una vida que no hay.

Fernando Itúrburu, Guayaquil 1960


En los 80 integró el Taller de Miguel Donoso Pareja. Ha estudiado literatura en Ecuador, Francia y Estados Unidos. Desde 1998 trabaja como profesor asistente en la Universidad del Estado de Nueva York, en Plattsburgh. También ha escrito ensayo. Próximamente publicará una traducción del inglés, de poetas negras norteamericanas.

* * *

lo que ocurre en las páginas de los libros es como una película:
un paisaje que veo distraídamente y que pronto olvido
como una ciudad sin nombre
que es igual a esta ciudad
pero más perdida en la planicie
allí hay un hombre
que es igual a mí
pero más perdido en la planicie


* * *

para hablar de sí mismos
los congresistas usan la tercera persona
se ponen solemnes y ridículos
frente al espejo y las cámaras de televisión
(con el pecho hinchado, como lleno de condecoraciones)
y con palabra fluida
dan soluciones a los problemas nacionales
como los futbolistas antes de los partidos
como los abogados durante los procesos judiciales
y tú ¿qué regocijo especial encuentras en el molestoso yo?


* * *

un día nublado en Guayaquil
una cantina serrana en Guayaquil
una rockola bien abastecida de boleros y pasillos
-la muchacha en estos momentos
regresa con más cerveza fría
carne de cerdo y condimentos-
es lunes por todas partes
un día largo, anónimo y perfecto
paraíso de borrachos


* * *

los poetas escriben
para conquistar el amor de una muchacha
para explicar los misterios de la vida o de los sueños
y si el tiempo es benigno
ser nombrados por los siglos
sólo tú escribes para la alabanza pública

* * *

contaste que habían traducido tus poemas
inmediatamente recordé la voz mi madre
sospechosa siempre de esos reconocimientos:
a ver si es verdad tanta belleza
y era lo que pensaba:
tu traductor es el verdadero poeta


* * *

Mónica: ¿recuerdas los días de Oregón
cuando sentados veíamos caminar a las muchachas
junto con la primavera?
han pasado tú y el tiempo
pero aún estoy contigo viendo a las muchachas en flor


* * *


la vida diaria no son las aguas
fluyendo milenariamente hacia la oscuridad
Si no el momento en el que forjamos remolinos
debajo de esas corrientes

FERNANDO BALSECA FRANCO, Guayaquil 1959


Poeta, ensayista y catedrático universitario. En los setentas participó del colectivo Sicoseo de Guayaquil; en la década posterior integró el Taller de Literatura del Banco Central del Ecuador en Guayaquil, que coordinó el escritor Miguel Donoso Pareja. Asiduo colaborador de la sección libros de diario El Comercio de la capital; integra el Comité Editorial de la revista Kipus del Area de Letras de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Quito. En 1991 publicó la antología de poesía ecuatoriana La palabra perdurable.Consta en las antologías: La novísima poesía latinoamericana (México, 1982); Palabras y contrastes: antología de la nueva poesía ecuatoriana (Cuenca, 1984); Posta poética (Quito, 1984); Poesía viva del Ecuador (Quito, 1990) y La palabra perdurable (Quito, 1991).


Caballería

Y bien:
corrí flaco potro por el olor de tu pelo
orillas del mar me llamaban hasta el fondo
hundirme o no hundirme
he ahí el verdadero gran dilema terrenal.
Corrí flaco galgo y no llegué más allá de la sala de tu casa
el comedor de visita
los armarios
tu cuarto vedado tu cama
tu linda cama
tu cama no
al fondo la cocina
un pasillo como una cuchilla cortaba toda intención mía
de atisbar el más allá de tus ropas.
Corrí corrí como un atleta
el peor de la columna pero siempre en la carrera
por el olor de tu pelo ya lo dije
no siento sino un alacrán en mis rodillas cabalgando más lento
que yo en tu carrera.
Salí flechado junto a tus pantalones
camisetas que me quitaron el sueño después de las 11 de la noche.
Corrí corrí potro fino en medio del bosque de mandarinas
no más tu mamá
no más tus juegos y tus jugos.
Corrí caballero corrí corrí
despejé las alimañas en mi trote
fui veloz
lo más que pude
y no alcancé ni a agarrarte unos cuantos cabellos de recuerdo.


De De nuevo sol, abajo y frío, 1992

fragmento

XVIII.
a Carolina

Días pase indagando la veracidad de la fuerza que
/guardaban las pirámides
resistí dos días más de los 40 que recomienda San Ignacio
/en medio del ayuno
en un templo budista recibí instrucciones ilegibles para descifrar
/una desaparecida receta de cocina
desde entonces vivo despejando mi duda
las interrogaciones no detienen este deslizamiento permanente
saber que viajamos y no saber si el destino estará lleno de manchas
/como una jirafa o una cebra
Vega esta cada vez más cerca y nosotros de ella
cercanía que asusta como una espada muy próxima
/al pecho sin defensa
en el periplo viajan las conciencias y las acciones de los hombres
un huracán para los que nunca recibieron polvo en medio del viento
catástrofe para los que vivieron en la tranquilidad
/como un pulpo dormido
el desorden señalará las casas que pasaran la prueba del calcinamiento
para nuestros abrazos reclamamos la permanencia como un sello
el viaje estará completo con el aporte de los apretadores de las tuercas
la calle es su elemento el grito su vigilia en torno a la cual
/se alinean las distancias
las plantas se asfixian por el aire que quiere adecentar la selva
los animales padecen enanismo por la extraña polución de las ciudades
los trabajadores se abrasan de oxígeno como la cólera guardada
/en un globo que se eleva
todo existe hasta llegar a Vega en el viaje sin retorno y sin tardanza
que la flor crezca fuera de la tierra para que sienta frío
que el pez camine sobre la arena seca para que no reniegue
/de su pasado
la humanidad produce a veces seres premiados por la bondad
/y el juicio
el beso de la compañera es un sereno signo de futuro
el camino es una loma donde sólo desde arriba se aprecia la quebrada
las sociedades se transforman con la persistencia del sonido
/que está en el caracol
los reformistas se contentan con percibir la altura de la cima
/y no subirla
siempre hubo animales que anduvieron lejos de la manada
/para no compartir el esqueleto del bisonte
este camino es útil si mi huella se convierte en pisada tras pisada
la precaución es amaneramiento ante la alta cuota de plusvalía
/que nos quitan
el futuro es el presente pensado en el día de mañana
¿Encontraremos seres de otra galaxia que habrán llegado
/al comunismo?
avanzamos seguros después de la escisión de aquellos
/que tenían miedo al fuego
los que no recogieron leña para la lumbre ahora están con susto
/y desamparo
se cubrirán de nuevos nombres pero hay sujetos que no limpiarán
/la piel contaminada
la historia y el mundo se comprimen como un carbón que va en busca
/del diamante
la secta peregrina como la procesión del insecto que va tras
/la miga equivocada
el reino del actuar asusta a los primates que tiñeron sus sombreros
/para evitar ser reconocidos
el movimiento es una hamaca cuyo extremo se rompe
es también el cariño que me da la fuerza de tu mano
/una respuesta a tanta duda
en la inmensa oscuridad el mundo muestra su combustión
/como cigarrillo en media noche.


XXII.

Alsacia era una región de mi mapa personal aún no visitada
/por no saber si era francesa o alemana
consternado por la guerra que dificultaba la importación de lentes
/y de espejos ópticos modernos
no quise quedarme a la intemperie y por eso aguardé con esperanza noticias nuevas de un país o de otro
como a un documento que encerraba una verdad científica y famosa
mas yo escribía imaginarios que no habían sido imaginados
trastocaba tiempos dibujando constelaciones sólo visibles
/en un invierno al pie del agua
allí la vi dormir aunque no supe controlar sus sueños
/ni yo mis pesadillas
(“la gentileza de sus palabras hacia mi persona”)
sin que se diera cuenta
sin que me diera cuenta
protegí sus pechos de ruidos sus ojos del exceso de yodo sus caderas
de residuos calcáreos microscópicos
del sol y de las algas armé la defensa de sus muslos la guarnición
de su cintura midiendo allí la longitud exacta de mi abrazo
memoricé cada palabra y cada reparo que remeció la supuesta fortaleza de mis convicciones
mezclé mis bálsamos para humectar sus cejas besé poro por poro
sus lunares que destilaban cada condensación tocada por la lengua
encontré un poema completo incrustado entre las letras de su nombre
(secretamente fui un rayo infrarrojo tonificándome en sus hombros desafiando la caída de sus piernas)
mas una ola siempre nos revuelca nos revuelve hacia la tierra firme débiles después de semejante esfuerzo
entonces era discípulo del vivir en buena ley y cortesía
pero intenté desatender las voces que me ataban el deseo y fui copiado
/ por el peso y la costumbre
por la obediencia al estado civil como parte del legado hacia la prole
("y muchísima suerte hoy y siempre")
así me quedé añorando esa imagen que delineó mi afán de vivir juntas
/dos tres conciencias a la vez
estallando una por otra colisionando mordiendo el filo una sobre otra
extrañando su voz y su cuerpo que habitaré aunque nadie ni yo mismo sepa cuándo cómo dónde
Alsacias mar
(y amar)
y dueña de un todo imposible universo de locura.

FRANCISCO TORRES DÁVILA, Quito, 1958


Formó parte del Taller de Literatura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que dirigió el novelista Miguel Donoso Pareja, en la década de los ochenta. Fue fundador del colectivo La pequeña lulupa, de Quito, y miembro del consejo editorial de la revista de creación literaria Eskeletra.


LA PEQUEÑA EPOPEYA DEL VALIENTE O

concluido el desembarco de organdía
por parte de los indios pubis
y sitiada la parte sur de los vientres
las feministas
comenzaron la persecución del valiente O

yo lo puedo llamar monsieur
o asesinato de la sala a la cocina
ustedes pueden denominarlo
astillero
donde la bragueta elabora sus sueños
David Cooper dijo de él
es el corazón de la política

el valiente O
conquistó el territorio prohibido
de los labios inferiores
tomó por sorpresa el reino de los senos
libertó la margen izquierda del río glande
sus enemigos políticos
lo calificaron de seductor
de la sociedad periclitonial
su más conocida hazaña
fue que durante siglos
las camas
los besos
las alcobas
bebieron de sus manos
no es francés
ni tampoco caballero de buenos modales
puesto que su ceremonia provoca gozo
y se puede escuchar
un concierto para ácido lisérgico sobre las nalgas

el valiente O
podría ser el acontecimiento más polémico
desde la invención de los sueños húmedos
naturalmente si se “hace el amor hasta despertar”
en una tina o bajo la mesa

O pasó a la clandestinidad

muchos filósofos y estadistas
se disputan su hallazgo
aunque hay rumores
de que un tal conde de orgaz
fue quien lo inventó
esto implicaría
que el legendario O posee un escudo nobiliario
en cuya parte más saliente
se mira un clítoris real en paños menores
y en su parte más baja
un miembro viril sosteniendo una cobija

últimamente
el valiente O se mete en todas las camas
por ello las feministas
exclaman
sea culto
haga el amor
pensando que O es un piloto suicida
a bordo de un mito.

MAGIA MÚLTIPLE

a C. Villalba

el mago observa al público
aplaude
éste prepara su acto
deja listo el sombrero
y la varita

en el escenario se escucha:
usted crear ver lo que no ve
se engañará solo
nuestra habilidad es fabulosa

comienza el redoble
hace un gesto
y desaparece la varita mágica
otro
y sucede lo mismo con el conejo
y el sombrero
el mago se entusiasma
aplaude
un nuevo gesto
y desaparecen

la mesa
el baúl encantado
las palomas
el aire
el mago va muriendo de uno en uno
en escena nadie habla ni se mueve
sólo "el empresario que empieza a cobrarles"
por la función y el entierro


CRIMEN EN EL CUARTO NÚMERO 7

durante varias horas
el hombre es perseguido por una idea
pero no sabe como atraparla
cada vez que lo intenta
ésta se mueve tan rápido
que sus esfuerzos son inútiles
es entonces que decide colocar una trampa
a la mañana siguiente
encuentra a la joven y hermosa idea
sujeta a los mecanismos del artefacto
la toma en sus manos
la observa con detenimiento
y la guarda en su escritorio

por una temporada
el hombre y la idea
viven juntos en el tercer cajón
en invierno se trasladan al armario
lo pintan de azul
en su interior
graban serpientes y ríos
buscan al animal
más parecido a la rabia
entre los escombros de una perilla
habitaron el armario por un tiempo

las dudas de ella
sobre la eternidad de la pareja
sobre sí el alma orina sentada
o tras un biombo
y sí los taparrabos
están satisfechos de tan voraz sacrificio
la obligan a cambiarse a una vetusta
y ruidosa cómoda
meses enteros pasa en silencio
escribiendo un diario íntimo
lo cierto es que va de un sitio a otro
sin tomarlo en cuenta

el hombre siente celos
trata de disimularlos
con el objeto
de no despertar curiosidad
en torno
al abundante pelo
que comienza a envolverlo
dos años vivió solo en el armario
ejecutando las contracciones
más complicadas de imaginar
reptando por el suelo
alimentándose consigo mismo
deambulando por la pirámide endurecida de su
/lengua
poco a poco
va injertándose al enorme cuerpo
/de madera
hasta que una noche
desesperado
toma a la idea
la arrastra por el piso
ella empieza a moverse
el armatoste enloquece
y la acaricia

cesan todos los ruidos

por un descuido de la dueña de la pensión
las polillas van devorando el armario


EN EL JARDÍN DE LOS GERANIOS

a mis padres

el abuelo
no tiene un lugar preciso en mis poemas
constantemente
va de un sitio a otro
a veces lo dejo en una escena histórica
o lo pongo a construir un columpio
en el corazón de una hormiga
pero al rato
lo encuentro liderando algún movimiento

en cierta ocasión
lo ubiqué en un poema hermético
del cual se salió
aduciendo que era una falta de respeto

merecidamente él debería entrar en un verso
que hablara del tranvía y la cebolla
como antecedentes de la época liberal

siempre trato de colocarlo
en una zona climática del poema
donde no exista peligro para sus años
sin embargo
en un texto casi lo sepulta un alud de nieve

lo que motivó su alejamiento de la literatura
superado el disgusto
lo hice participar en una poesía
sobre el cine mudo y sus consecuencias
en el universo gastronómico de los paralíticos
pero el abuelo
como buen amante de los deportes
se aburrió
apareciendo luego en un poema romántico
donde fue imposible evitar que tuviera un hijo
además
en medio de cualquier texto
no es extraño
que el abuelo conecte la radiola
y escuche un tango de Gardel

cada día es más complicado
escribir un poema
en el cual se sienta a sus anchas
y no se fatigue
por ello hemos decidido mudarnos

al estómago de la ballena ordal
que de tarde en tarde
aparece en el jardín de los geranios.

ROY SIGÜENZA, Portovelo, 1958


Poeta y periodista. Estudió literatura en la Universidad Católica de Quito. Su obra ha sido publicada en revistas como Letras del Ecuador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Ciudad Maldita, y Eskeletra. Reportajes y notas de viaje se han recogido en la revista Dinners. Su poesía está atravesada por el tema erótico y amoroso.

Summa

La poesía come carne prohibida
Todo el mar se parece

Sí el mar sacudido como una tela
Si comenzara a hablar un día de estos
Es suave su risa por ahora
Su grafía se construye en la arena
Se borra

Aúlla de pájaros cierta temporada
-el sol se le quema como si fuera una pestaña
/de fuel oil-;
o muere en las alas desechas de un pelícano caído

Viniendo de él, Odisea aún no llega a Itaca
Penélope confunde el deseo en la urdimbre
/del tejido

La ciudad es un avispero de ruidos y un crimen
/en la crónica roja de los periódicos de la mañana

Mejor la confusión de los puertos.


La misión

Abalorios que jugaban con nuestra suerte eran
/nuestros dioses
(10 dedujimos antes de abandonarlos)

Pudrían nuestra comida

Quemaban el agua

Echaban abajo las palabras
(nuestras lenguas fueron condenadas al polvo)

Cada acto lo perseguían. Eran acuciosos.
Nos trataban como a contrabandistas

Llegaron a lacerar nuestros cuerpos con pestes
/desconocidas

Acabaron portándose como adolescentes
/caprichosos cuando decidieron quemar la ciudad

Mas entre los escasos sobrevivientes levantaremos
/Sodoma aquí, otra vez.

***

El mar de Jambelí es el mismo mar que mella los
/atracaderos en Amsterdam

Allí la huella de las embarcaciones con un mismo
/significado:
la voracidad

(un corazón vacío
un par de manos heladas
una palabra imposible de decir)

El agua haciendo que la vida corra,
que vacile al filo de la orilla como un desnudo
/trozo de mangle,
que vaya a la playa como una deidad poseída
/por el furor del nacimiento:
la semilla de la fruta de sal

El agua anunciante de su certeza

Mañana Será lo mismo: el mar es un fósil despierto.


Hallazgo en Nubia

"Fue localizada la cabeza de un efebo y parte de su torso. A pesar de la mutilación el conjunto era
hermoso. El mármol, al parecer, era una alegoría del fuego, porque en lugar de cabellera la cabeza llevaba esculpidas llamas. En los ojos y labios, él artista había logrado crear tanta vivacidad que más de uno de los descubridores habló del fuego de su mirada y de la calidez de su sonrisa. Lo dijeron sin sospechar la fecha en que el bello efebo fue esculpido, tal vez el año II del Siglo IV antes de Cristo, cuando era común el amor entre los hombres y la pasión discriminaban los sexos; sólo ardía".

Marco Núñez Duque (Quito1967-1988) / Textos de “Entre Bakunin y Jackeline en blue jeans”, MatapiOjO, 1989


quito dos de diciembre de mil novecientos ochenta y seis

recordada Alexandra


Espero que estés con las chicas que viven donde la cera no imparte órdenes a pesar de que esto es irreal aquí más que mi sirena eres el otro ser humano que estuvo conmigo en el polietileno geoide en posición que contiene lí­quidos…

paso a decirte no hay palabras voy a poner ejemplos pa­ra que comprendas en el segundo planeta de un sistema de una galaxia había una chica que era amiga de dos de sus habitantes los dos frecuentaban un vaso comunicante con tri­ple ensanchamiento que contenía un gas difícil de conden­sar el uno se trasladaba de un sitio a otro mediante una na­ve cilíndrica con sólo dos partes cúbicas el segundo era un androide que zozobraba cada vez que caía un cometa en el sitio en formación como que iba al vaso…

pero ella dejó de oír se volvió

no dio importancia a mi expuesto.

LA ESCUADRA VOLANDO

En el reino de los útiles escolares había miles de lápices que se dedicaban a escribir líneas en cuadernos con hojas en blanco, tarea controlada por un esferográfico que exi­gía:

“¡rayen más rápido, más rápido, se están demorando mu­cho¡”.

Para poder hacerlo se introducían a un sacapuntas -cuyo dueño era el esferográfico-, y continuaba la tarea de escribir. Un día el esferográfico dijo: "vagos voy a impedir que entren al sacapuntas con frecuencia, ahora será una vez al mes"…

Los lápices, enfurecidos, dejaron de escribir y gritaron a corro: “si no entramos al sacapuntas, nuestra punta se atro­fia y quedamos convertidos en un trozo de madera y grafi­to; dentro de poco tiempo dirás, que sea cada trimestre, ca­da año o cada década”...

El esferográfico dijo en voz alta: “silencio, nadie me tu­tea, si no siguen escribiendo voy a soltar los borradores y lanzar la escuadra”.

No obedecieron, estaban dispuestos a defender firmemente el acceso al sacapuntas; el esferográ­fico lanzó la escuadra, pasó quebrando por la mitad a mu­chos de ellos; luego hizo que se desplacen los borradores, que borraron del mapa a muchos lápices que encontraron en su trayectoria. Pero estaban convencidos de su acceso; se apoderaron del taipe con el que enrollaron a los resquebrajados; toma­ron la caja de fósforos; vino volando la escuadra, la incen­diaron en el aire; marcaron unas “X” en los borradores; al llegar donde el esferográfico lanzaron miles de fósforos prendidos, su plástico fue reduciéndose hasta convertirse en una bola de fuego...

Todo pasó a posesión de los lápices: el sacapuntas, el taipe, los cuadernos, el cenicero, el escritorio, la alfombra, el profesor; el aula.

el fusilamiento maquinado

Salto de tecla en tecla, formando palabras escribiendo el cuento, la cinta me advierte: “no aplastes muy duro las teclas” y yo dale, que suena la campanilla:"tin-tin-tin-tin"; el rodillo, pasa de línea se mueve la palanca de los colores y escribo rojo-ne­gro-rojo-negro; la cinta empieza a manchar el papel, me acerco para halarla y me atrapa…