Gabriel Cisneros Abedrabbo
poesialas@hotmail.com
La poesía sin importar la época, su origen o su forma, por ser un metalenguaje en constante e imparable transformación es, ha sido y será para críticos y semióticos el paradigma sin paradigma en la decodificación de la realidad. Qué puede tener el poema “Alma en los labios” del poeta Medardo Ángel Silva para entender la sociedad ecuatoriana, particularmente la guayaquileña de principios del siglo pasado, nos gustaría mucho ahondar en el personaje, en su obra y lo que está constituye en la modernidad, porque de manera indiscutible él es el más representativo exponente e la generación que en nuestro país es conocida como la generación decapitada[1]. Como decía que tiene ese poema que nos da señales, rastros de una cultura y de sus formas, pues tiene eso las grafías como signos fundamentales en la construcción simbólica de una época, grafías que dibujan profundas ausencias del hombre que se enfrenta en el modernismo a la angustia frente a la máquina.
Medardo Ángel Silva sufre el reto de la vida a temprana edad, huérfano de padre ante la crisis económica de su madre se ve obligado a buscar sustento de cualquier forma; de carácter rebelde llegó hasta el tercer curso de colegio por no tener un corte “varonil”, lo que le movió a no regresar al “Vicente Rocafuerte”, incursionó en el periodismo, amó como duende pertinaz la literatura. Su motor fue ese amor, en tan solo veinte y dos años vida escribió como si hubiese sido eterno. Él fue un hijo de ese Guayaquil agro exportador que estaba consolidando su poder frente a los terratenientes serranos y que desde el cacao había construido riquezas que le daban poder político y económico, accesos a nuevas tecnologías de transformación cultural, el automóvil, el avión, los medios de comunicación eran parte de ese mundo, en el que el poeta debió sentir sin lugar a dudas los vacíos del vapor, con los que se ahondaron las soledades de la modernidad, debió sentir la fuerza del espíritu y la frustración frente a una sociedad que no lo entendía, que no aceptaba[2] su obra, así el poemario "El árbol del bien y del mal", no tuvo ninguna acogida causando ira en el autor que destruyera en gran parte sus ejemplares.
Medardo Ángel Silva es uno de los herederos de Alfaro, de su democratización de los procesos educativos, en la liberación del yugo clerical, tiene ante si a un nuevo Ecuador fruto de la permanente confrontación de dos ideologías que durante la mayor parte del siglo XX, con algunos cambios de piel, estarían en permanente contradicción; a la par se da la revolución marxista que viviera Rusia y el auge de un pensamiento vinculado a entender el rol del hombre en un mundo metálico y a veces sin Dios. No es solo el contexto general, es el ser sensible enfrentado al desamor, a sentirse que no pertenece a ese esquema en fulgurante desarrollo. Es irónico que solo después de su muerte su sentido de ser parte de ese Guayaquil mítico haya sido acogido, es como que su trabajo literario fuera aceptado más no el poeta[3].
Sin lugar a dudas es Medardo Ángel Silva, es icono de la identidad cultural guayaquileña, por ser un hombre que a pesar de su temprana edad tuviera el valor y sobre todo la genialidad de escribir lo que escribió, icono que de ninguna forma falta en los encuentros literarios o en las conversaciones de cafetín entre los neo poetas.
Su obra vida y talento son permanentemente estudiados y cantados en la memoria viva de la gente, que sabe que murió y como vivió con la cara blandiendo los sables a la angustia, al amor y al desamor. Dentro de los planos intangibles de la cultura, Medardo Ángel Silva es aquellos que sobreviven sin necesidad de texto de estudio ya sea por el mito de su vida, por sus poemas que cantamos como pasillos o por ser el poeta que murió en la misma forma del cuento que escribiera; muerto no por la bala sino por la soledad, muerto por la angustia y la desesperación de respirar en un mundo automatizándose.
Es también el representante de una segmento que se va consolidando, la clase media alta de los intelectuales que enamoran con su pensamiento y que caen en la seducción de “los paraísos artificiales”, que acabaría luego con la vida de nuestro poeta post modernista Miguel Ángel León.
Es triste, pero indiscutible en la mayoría de los casos, que el significante de un creador toma sentido con su muerte.
1Sus integrantes se auto eliminaron y se caracterizaron por el uso e estupefacientes de forma particular la morfina.
2 Si se entiende por aceptación los niveles mercado del arte.
3 Esto pasa en ocasiones de manera reiterada con muchos escritores, la gente ama sus obras no a ellos como personas.
poesialas@hotmail.com
La poesía sin importar la época, su origen o su forma, por ser un metalenguaje en constante e imparable transformación es, ha sido y será para críticos y semióticos el paradigma sin paradigma en la decodificación de la realidad. Qué puede tener el poema “Alma en los labios” del poeta Medardo Ángel Silva para entender la sociedad ecuatoriana, particularmente la guayaquileña de principios del siglo pasado, nos gustaría mucho ahondar en el personaje, en su obra y lo que está constituye en la modernidad, porque de manera indiscutible él es el más representativo exponente e la generación que en nuestro país es conocida como la generación decapitada[1]. Como decía que tiene ese poema que nos da señales, rastros de una cultura y de sus formas, pues tiene eso las grafías como signos fundamentales en la construcción simbólica de una época, grafías que dibujan profundas ausencias del hombre que se enfrenta en el modernismo a la angustia frente a la máquina.
Medardo Ángel Silva sufre el reto de la vida a temprana edad, huérfano de padre ante la crisis económica de su madre se ve obligado a buscar sustento de cualquier forma; de carácter rebelde llegó hasta el tercer curso de colegio por no tener un corte “varonil”, lo que le movió a no regresar al “Vicente Rocafuerte”, incursionó en el periodismo, amó como duende pertinaz la literatura. Su motor fue ese amor, en tan solo veinte y dos años vida escribió como si hubiese sido eterno. Él fue un hijo de ese Guayaquil agro exportador que estaba consolidando su poder frente a los terratenientes serranos y que desde el cacao había construido riquezas que le daban poder político y económico, accesos a nuevas tecnologías de transformación cultural, el automóvil, el avión, los medios de comunicación eran parte de ese mundo, en el que el poeta debió sentir sin lugar a dudas los vacíos del vapor, con los que se ahondaron las soledades de la modernidad, debió sentir la fuerza del espíritu y la frustración frente a una sociedad que no lo entendía, que no aceptaba[2] su obra, así el poemario "El árbol del bien y del mal", no tuvo ninguna acogida causando ira en el autor que destruyera en gran parte sus ejemplares.
Medardo Ángel Silva es uno de los herederos de Alfaro, de su democratización de los procesos educativos, en la liberación del yugo clerical, tiene ante si a un nuevo Ecuador fruto de la permanente confrontación de dos ideologías que durante la mayor parte del siglo XX, con algunos cambios de piel, estarían en permanente contradicción; a la par se da la revolución marxista que viviera Rusia y el auge de un pensamiento vinculado a entender el rol del hombre en un mundo metálico y a veces sin Dios. No es solo el contexto general, es el ser sensible enfrentado al desamor, a sentirse que no pertenece a ese esquema en fulgurante desarrollo. Es irónico que solo después de su muerte su sentido de ser parte de ese Guayaquil mítico haya sido acogido, es como que su trabajo literario fuera aceptado más no el poeta[3].
Sin lugar a dudas es Medardo Ángel Silva, es icono de la identidad cultural guayaquileña, por ser un hombre que a pesar de su temprana edad tuviera el valor y sobre todo la genialidad de escribir lo que escribió, icono que de ninguna forma falta en los encuentros literarios o en las conversaciones de cafetín entre los neo poetas.
Su obra vida y talento son permanentemente estudiados y cantados en la memoria viva de la gente, que sabe que murió y como vivió con la cara blandiendo los sables a la angustia, al amor y al desamor. Dentro de los planos intangibles de la cultura, Medardo Ángel Silva es aquellos que sobreviven sin necesidad de texto de estudio ya sea por el mito de su vida, por sus poemas que cantamos como pasillos o por ser el poeta que murió en la misma forma del cuento que escribiera; muerto no por la bala sino por la soledad, muerto por la angustia y la desesperación de respirar en un mundo automatizándose.
Es también el representante de una segmento que se va consolidando, la clase media alta de los intelectuales que enamoran con su pensamiento y que caen en la seducción de “los paraísos artificiales”, que acabaría luego con la vida de nuestro poeta post modernista Miguel Ángel León.
Es triste, pero indiscutible en la mayoría de los casos, que el significante de un creador toma sentido con su muerte.
1Sus integrantes se auto eliminaron y se caracterizaron por el uso e estupefacientes de forma particular la morfina.
2 Si se entiende por aceptación los niveles mercado del arte.
3 Esto pasa en ocasiones de manera reiterada con muchos escritores, la gente ama sus obras no a ellos como personas.
SELECCIÓN POÉTICA:
ESTANCIAS
Señor, no ha recorrido mi planta ni siquiera
la mitad de la senda, de que habló el Florentino,
y estoy en plena sombra y voy a la manera
del niño que en un bosque no conoce el camino.
De profundis clamavi Pastor de corazones,
da a mi alma el fuego que hizo de la hetaira una santa;
renueva los milagros de las resurrecciones;
espero, como Lázaro, que me digas: ¡Levanta!
***
Esposa Inevitable, dulce Hermana Tornera,
que al llevarnos dormidos en tu regazo blando
nos das la clave de lo que dijo la Quimera
y en voz baja respondes a nuestros cómo y cuándo;
apenas si fulgura mi lámpara encendida,
derroché mis tesoros como una reina loca,
me adelanté a la cita y, al margen de la vida,
¡ha dos siglos que espero los besos de tu boca!
***
No dicen los inviernos que no haya primavera;
en la noche más negra palpita el alba pura:
lo sabio es esperar; es fuerte quien espera
-buen sembrador- velando la cosecha futura.
Las horas en su danza llevan tan loca prisa,
que a la risa y al llanto ofrecen pronto fin:
feliz quien pueda ver con la misma sonrisa
la serpiente del bosque y el lirio del jardín.
DETALLE NOCTURNO
Un gato, grave y frío, sobre el vecino alero,
en yo no sé qué fina meditación se pierde,
contemplando la rosa de la luna de enero
con la viva esmeralda de su pupila verde.
Inclinada la testa como un Platón ideólogo
e inmóvil, en hipótesis magníficas se abstrae...
y sólo turba el hondo silencio del monólogo
la canción olorosa que alguna brisa trae.
VELADA DEL SÁBADO
Marcha la luna trágica entre nubes de gasa...
sin que nadie las toque se han cerrado las puertas...
El miedo, como un lobo, pasea por la casa...
se pronuncian los nombres de personas ya muertas...
El abuelo las lámparas, por vez octava prende...
se iluminan, de súbito, semblantes aturdidos...
Es la Hora en que atraviesa las alcobas el duende
que despierta, llorando, a los niños dormidos...
LO TARDÍO
Madre: la vida triste y enferma que me has dado
no vale los dolores que ha costado;
no vale tu sufrir intenso, madre mía,
este brote de llanto y de melancolía!
¡Ay! ¿Por qué no expiró el fruto de tu amor,
así como agonizan tantos frutos en flor?
¿Por qué, cuando soñaba mis sueños infantiles,
en la cuna, a la sombra de las gasas sutiles,
de un ángulo del cuarto no salió una serpiente
que, al ceñir sus anillos a mi cuello inocente,
con la flexible gracia de una mujer querida,
me hubiera libertado del horror de la vida ... ?
Más valiera no ser a este vivir de llanto,
a este amasar con lágrimas el pan de nuestro canto,
al lento laborar del dolor exquisito
del alma ebria de luz y enferma de Infinito!
AL ANGELUS
Atravesó la oscura galería...
al Angelus... llamaban al rosario...
La religiosa voz del campanario
vibraba en la quietud de la Abadía.
En sus manos de nácar oprimía
el viejo Kempiso el Devocionario...
La luz de un aceitoso lampadario
delató su presencia en la crujía...
Se vio palidecer su faz de nárdo...
hablaba de Eloísa y Abelardo
el llanto que la fuente diluía.
Y la Sor que en el mundo fue princesa,
inclinando la pálida cabeza,
atravesó la oscura galería.
OFRENDA A LA MUERTE
Muda nodriza, llave de nuestros cautiverios,
¡oh, Tú, que a nuestro lado vas con paso de sombra,
Emperatriz maldita de los negros imperios,
¿cuál es la talismánica palabra que te nombra?
Puerta sellada, muro donde expiran sin eco
de la humilde tribu las interrogaciones,
así como no turba la tos de un pecho hueco
la perenne armonía de las constelaciones...
Yo cantaré en mis Odas tu rostro de mentira,
tu cuerpo melodioso como un brazo de lira,
tus plantas que han hollado Erebos y Letheos,
y la serena gracia de tu mirar florido
que ahoga nuestras almas, exentas de deseos,
en un mar de silencio, de quietud y de olvido.
ANIVERSARIO
Hoy cumpliré veinte años. Amargura sin nombre
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre;
de razonar con lógica y proceder según
los Sanchos, profesores del sentido común.
Me son duros mis años y apenas si son veinte
ahora se envejece tan prematuramente;
se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos
que repentinamente nos encontramos viejos
en frente de las sombras, de espaldas a la aurora
y solos con la esfinge siempre interrogadora.
¡Oh madrugadas rosas, olientes a campiña
y a flor virgen; entonces estaba el alma niña
y el canto de la boca fluía de repente
y el reír sin motivo era cosa corriente!
Iba a la escuela por el más largo camino
tras dejar soñoliento la sábana de lino
y la cama bien tibia, cuyo recuerdo halaga
sólo al pensarlo ahora; aquel San Luis Gonzaga
de pupilas azules y rubia cabellera
que velaba los sueños desde la cabecera.
Aunque íbamos despacio, al fin la callejuela
acababa y estábamos enfrente de la escuela
con el "Mantilla" bien oculto bajo el brazo
y haciendo en el umbral mucho más lento el paso,
y entonces era el ver la calle más bonita,
más de oro el sol, más fresca la alegre mañanita.
Y después, en el aula con qué mirada inquieta
se observaban las huellas rojas de la palmeta
sonriendo , no sin cierto medroso escalofrío,
de la calva del dómine y su ceño sombrío.
Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?
Hay tanto que observar en los negros rincones
y, además, es mejor contemplar los gorriones
en los nidos, seguir el áureo derrotero
de un rayito de sol o el girar bullanguero
de un insecto vestido de seda rubia o una
mosca de vellos de oro y alas de color de luna.
El sol es el amigo más bueno de la infancia;
nos miente tantas cosas bellas a la distancia,
tiene un brillar tan lindo de onza nueva! Reparte
tan bien su oro que nadie se queda sin su parte;
y por él no atendíamos a las explicaciones.
Ese brujo Aladino evocaba visiones
de las mil y una noches -de las mil maravillas-
y beodas de sueño nuestras almas sencillas
sin pensar, extendían sus manos suplicantes
como quien busca a tientas puñados de brillantes.
Oh, los líricos tiempos de la gorra y la blusa
y de la cabellera rebelde que rehúsa
la armonía de aquellos peinados maternales,
cuando íbamos vestidos de ropa nueva a Misa
dominical, y pese a los serios rituales,
al ver al monaguillo soltábamos la risa.
Oh, los juegos con novias de traje a las rodillas,
los besos inocentes que se dan a hurtadillas
a la bebé amorosa de diez o doce años,
y los sedeños roces de los rizos castaños
y las rimas primeras y las cartas primeras
que motivan insomnios y producen ojeras.
¡Adolescencia mía! te llevas tantas cosas,
¡que dudo si ha de darme la juventud más rosas!,
¡y siento como nunca la tristeza sin nombre,
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre!
Hoy no es la adolescente mirada y risa franca
sino el cansado gesto de precoz amargura,
y está el alma, que fuera una paloma blanca,
triste de tantos sueños y de tanta lectura...!
LA RESPUESTA
Muda a mis ruegos, impasible y fría,
en el sofá de rojo terciopelo
un pálido jazmín hecho de hielo
tu enigmático rostro parecía.
La hostia solar, en roja eucaristía,
se ocultaba en el mar; y, al dulce cielo,
el divino Chopin su desconsuelo
en un sollozo trémulo decía.
Y cuando, por oír esa palabra
que eternos lutos o venturas labra,
te hablé de tu desdén y mi agonía,
con ademán de reina mancillada
me clavaste el puñal de tu mirada,
muda a mis ruegos, impasible y fría.
LA EXTRAÑA VISITA
Por la noche la Muerte las alcobas visita
donde dormimos nuestros apetitos bestiales y,
buen vendimiador, los frutos escogita
de sus vendimias eternales.
Una vez a mí lado llegó calladamente
y, cual si fuera un miembro próximo de la familia,
me acarició las manos y me besó la frente;
yo comprendí todo...
Y, desde esa vigilia,
ella marcha conmigo
y se acuesta en mí lecho
y su mirar oscuro toda mi vida abarca...
¿No ves, por mi actitud, que estoy como en acecho
del rumor con que boga su misteriosa barca?
EL PRECEPTO
Deja la plaza pública al fariseo, deja
la calle al necio y tú enciérrate, alma mía,
y que sólo la lira interprete tu queja
y conozca el secreto de tu melancolía.
En los brazos del Tiempo la juventud se aleja,
pero su aroma nos embriaga todavía
y la empañada luna del Recuerdo refleja
las arrugas del rostro que adoramos un día.
Y todo por vivir la vida tan de prisa,
por el fugaz encanto de aquella loca risa,
alegre como un son de campanas pascuales,
por el beso enigmático de la boca florida,
por el árbol maligno cuyas pomas fatales
de empozoñadas mieles envenenan la Vida.
SE VA CON ALGO MÍO
Se va con algo mío la tarde que se aleja;
mi dolor de vivir es un dolor de amar;
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.
Que son cosas de niño, me dices; quién me diera
tener una perenne inconsciencia infantil;
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de Abril.
Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;
trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora!
Como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches y lo ignora.
ESTANCIAS
Señor, no ha recorrido mi planta ni siquiera
la mitad de la senda, de que habló el Florentino,
y estoy en plena sombra y voy a la manera
del niño que en un bosque no conoce el camino.
De profundis clamavi Pastor de corazones,
da a mi alma el fuego que hizo de la hetaira una santa;
renueva los milagros de las resurrecciones;
espero, como Lázaro, que me digas: ¡Levanta!
***
Esposa Inevitable, dulce Hermana Tornera,
que al llevarnos dormidos en tu regazo blando
nos das la clave de lo que dijo la Quimera
y en voz baja respondes a nuestros cómo y cuándo;
apenas si fulgura mi lámpara encendida,
derroché mis tesoros como una reina loca,
me adelanté a la cita y, al margen de la vida,
¡ha dos siglos que espero los besos de tu boca!
***
No dicen los inviernos que no haya primavera;
en la noche más negra palpita el alba pura:
lo sabio es esperar; es fuerte quien espera
-buen sembrador- velando la cosecha futura.
Las horas en su danza llevan tan loca prisa,
que a la risa y al llanto ofrecen pronto fin:
feliz quien pueda ver con la misma sonrisa
la serpiente del bosque y el lirio del jardín.
DETALLE NOCTURNO
Un gato, grave y frío, sobre el vecino alero,
en yo no sé qué fina meditación se pierde,
contemplando la rosa de la luna de enero
con la viva esmeralda de su pupila verde.
Inclinada la testa como un Platón ideólogo
e inmóvil, en hipótesis magníficas se abstrae...
y sólo turba el hondo silencio del monólogo
la canción olorosa que alguna brisa trae.
VELADA DEL SÁBADO
Marcha la luna trágica entre nubes de gasa...
sin que nadie las toque se han cerrado las puertas...
El miedo, como un lobo, pasea por la casa...
se pronuncian los nombres de personas ya muertas...
El abuelo las lámparas, por vez octava prende...
se iluminan, de súbito, semblantes aturdidos...
Es la Hora en que atraviesa las alcobas el duende
que despierta, llorando, a los niños dormidos...
LO TARDÍO
Madre: la vida triste y enferma que me has dado
no vale los dolores que ha costado;
no vale tu sufrir intenso, madre mía,
este brote de llanto y de melancolía!
¡Ay! ¿Por qué no expiró el fruto de tu amor,
así como agonizan tantos frutos en flor?
¿Por qué, cuando soñaba mis sueños infantiles,
en la cuna, a la sombra de las gasas sutiles,
de un ángulo del cuarto no salió una serpiente
que, al ceñir sus anillos a mi cuello inocente,
con la flexible gracia de una mujer querida,
me hubiera libertado del horror de la vida ... ?
Más valiera no ser a este vivir de llanto,
a este amasar con lágrimas el pan de nuestro canto,
al lento laborar del dolor exquisito
del alma ebria de luz y enferma de Infinito!
AL ANGELUS
Atravesó la oscura galería...
al Angelus... llamaban al rosario...
La religiosa voz del campanario
vibraba en la quietud de la Abadía.
En sus manos de nácar oprimía
el viejo Kempiso el Devocionario...
La luz de un aceitoso lampadario
delató su presencia en la crujía...
Se vio palidecer su faz de nárdo...
hablaba de Eloísa y Abelardo
el llanto que la fuente diluía.
Y la Sor que en el mundo fue princesa,
inclinando la pálida cabeza,
atravesó la oscura galería.
OFRENDA A LA MUERTE
Muda nodriza, llave de nuestros cautiverios,
¡oh, Tú, que a nuestro lado vas con paso de sombra,
Emperatriz maldita de los negros imperios,
¿cuál es la talismánica palabra que te nombra?
Puerta sellada, muro donde expiran sin eco
de la humilde tribu las interrogaciones,
así como no turba la tos de un pecho hueco
la perenne armonía de las constelaciones...
Yo cantaré en mis Odas tu rostro de mentira,
tu cuerpo melodioso como un brazo de lira,
tus plantas que han hollado Erebos y Letheos,
y la serena gracia de tu mirar florido
que ahoga nuestras almas, exentas de deseos,
en un mar de silencio, de quietud y de olvido.
ANIVERSARIO
Hoy cumpliré veinte años. Amargura sin nombre
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre;
de razonar con lógica y proceder según
los Sanchos, profesores del sentido común.
Me son duros mis años y apenas si son veinte
ahora se envejece tan prematuramente;
se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos
que repentinamente nos encontramos viejos
en frente de las sombras, de espaldas a la aurora
y solos con la esfinge siempre interrogadora.
¡Oh madrugadas rosas, olientes a campiña
y a flor virgen; entonces estaba el alma niña
y el canto de la boca fluía de repente
y el reír sin motivo era cosa corriente!
Iba a la escuela por el más largo camino
tras dejar soñoliento la sábana de lino
y la cama bien tibia, cuyo recuerdo halaga
sólo al pensarlo ahora; aquel San Luis Gonzaga
de pupilas azules y rubia cabellera
que velaba los sueños desde la cabecera.
Aunque íbamos despacio, al fin la callejuela
acababa y estábamos enfrente de la escuela
con el "Mantilla" bien oculto bajo el brazo
y haciendo en el umbral mucho más lento el paso,
y entonces era el ver la calle más bonita,
más de oro el sol, más fresca la alegre mañanita.
Y después, en el aula con qué mirada inquieta
se observaban las huellas rojas de la palmeta
sonriendo , no sin cierto medroso escalofrío,
de la calva del dómine y su ceño sombrío.
Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?
Hay tanto que observar en los negros rincones
y, además, es mejor contemplar los gorriones
en los nidos, seguir el áureo derrotero
de un rayito de sol o el girar bullanguero
de un insecto vestido de seda rubia o una
mosca de vellos de oro y alas de color de luna.
El sol es el amigo más bueno de la infancia;
nos miente tantas cosas bellas a la distancia,
tiene un brillar tan lindo de onza nueva! Reparte
tan bien su oro que nadie se queda sin su parte;
y por él no atendíamos a las explicaciones.
Ese brujo Aladino evocaba visiones
de las mil y una noches -de las mil maravillas-
y beodas de sueño nuestras almas sencillas
sin pensar, extendían sus manos suplicantes
como quien busca a tientas puñados de brillantes.
Oh, los líricos tiempos de la gorra y la blusa
y de la cabellera rebelde que rehúsa
la armonía de aquellos peinados maternales,
cuando íbamos vestidos de ropa nueva a Misa
dominical, y pese a los serios rituales,
al ver al monaguillo soltábamos la risa.
Oh, los juegos con novias de traje a las rodillas,
los besos inocentes que se dan a hurtadillas
a la bebé amorosa de diez o doce años,
y los sedeños roces de los rizos castaños
y las rimas primeras y las cartas primeras
que motivan insomnios y producen ojeras.
¡Adolescencia mía! te llevas tantas cosas,
¡que dudo si ha de darme la juventud más rosas!,
¡y siento como nunca la tristeza sin nombre,
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre!
Hoy no es la adolescente mirada y risa franca
sino el cansado gesto de precoz amargura,
y está el alma, que fuera una paloma blanca,
triste de tantos sueños y de tanta lectura...!
LA RESPUESTA
Muda a mis ruegos, impasible y fría,
en el sofá de rojo terciopelo
un pálido jazmín hecho de hielo
tu enigmático rostro parecía.
La hostia solar, en roja eucaristía,
se ocultaba en el mar; y, al dulce cielo,
el divino Chopin su desconsuelo
en un sollozo trémulo decía.
Y cuando, por oír esa palabra
que eternos lutos o venturas labra,
te hablé de tu desdén y mi agonía,
con ademán de reina mancillada
me clavaste el puñal de tu mirada,
muda a mis ruegos, impasible y fría.
LA EXTRAÑA VISITA
Por la noche la Muerte las alcobas visita
donde dormimos nuestros apetitos bestiales y,
buen vendimiador, los frutos escogita
de sus vendimias eternales.
Una vez a mí lado llegó calladamente
y, cual si fuera un miembro próximo de la familia,
me acarició las manos y me besó la frente;
yo comprendí todo...
Y, desde esa vigilia,
ella marcha conmigo
y se acuesta en mí lecho
y su mirar oscuro toda mi vida abarca...
¿No ves, por mi actitud, que estoy como en acecho
del rumor con que boga su misteriosa barca?
EL PRECEPTO
Deja la plaza pública al fariseo, deja
la calle al necio y tú enciérrate, alma mía,
y que sólo la lira interprete tu queja
y conozca el secreto de tu melancolía.
En los brazos del Tiempo la juventud se aleja,
pero su aroma nos embriaga todavía
y la empañada luna del Recuerdo refleja
las arrugas del rostro que adoramos un día.
Y todo por vivir la vida tan de prisa,
por el fugaz encanto de aquella loca risa,
alegre como un son de campanas pascuales,
por el beso enigmático de la boca florida,
por el árbol maligno cuyas pomas fatales
de empozoñadas mieles envenenan la Vida.
SE VA CON ALGO MÍO
Se va con algo mío la tarde que se aleja;
mi dolor de vivir es un dolor de amar;
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.
Que son cosas de niño, me dices; quién me diera
tener una perenne inconsciencia infantil;
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de Abril.
Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;
trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora!
Como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches y lo ignora.
3 comentarios:
Interesantes poemas, la verdad desconocía este poeta.
Saludos.
todo no se acaba si asi no lo quieres
todo no se acaba si asi no lo quieres
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