viernes, 17 de octubre de 2008

FERMÍN H. SANDOVAL

Fermín H. Sandoval. Nacido en Machachi en 1970. Sacerdote, Diócesis de Ibarra. Profesor de Religión y Moral. Licenciado en Estudios Eclesiásticos, Universidad de Navarra, España. Licenciado en Teología Moral Universidad de Navarra, España. Director de la Sección Académica de Artes Escénicas y Miembro de Número de la Casa de la Cultura Benjamín Carrión, Núcleo de Imbabura. Miembro de Número del Instituto Otavaleño de Antropología. Columnista del Diario La Verdad, Ibarra. Publicaciones: DIVAGACIONES, Ediciones Sisa, Otavalo, 1997. (agotada) EL POEMA DE XABIER, Cuentos de la Tierra, Ediciones Sisa, 2000 (dos ediciones). EL ESPECIAL, Cuentos Premiados Bienal Pablo Palacios, Quito, 2001. EL HORNO DE PAN, Casa de la Cultura “Benjamín Carrión” Núcleo de Imbabura, 2001. (dos ediciones). EL LIBRO DEL ANGEL, Ediciones Sisa, Otavalo, 2002

Las manos del lector
son las de un amante,
su tacto busca el calor
y los sueños…
dentro del papel late una emoción…
aquella emoción que cede a las caricias
para reconstruir e inventar otros sueños,
quizá los mismos…

Goznes es una colección de vestigios; al confiarlos, en confidencia, confío las historias que están detrás, historias que quizá no llegarán a saberse. Al fiar estos versos a las páginas propongo una trashumancia de forma similar al golpe del herrero para configurar una lámpara de lo que antes no era más que lata retorcida y desechada.

Gracias por este espacio…

Fermín H Sandoval

El esfuerzo del pionero, de quien nada en contra de la marea,
Y habla de su amor que siempre le acompaña

El sentir fecundo del libro,
ser parte del trance y de la emoción de la palabra,
el proceso de la locura al perder al hijo.

A Mrs Caldwell de Camilo José Cela

Ayer acompañé a un cuerpo a su sepultura,
ayer dejé un cuerpo en mis manos de ladrillo
en la soledad...
ayer dejé mi aliento en bóveda muda,
tras la luz, mi agonía,
tras la muerte los despojos...
un sudor a sal y la amargura...
un olor a viento gélido y picante,
mas mis ojos desbaratados,
podridos en lágrimas, fríos...,
terminan encerrados al vacío en latas
un corazón insaciable...
mil cábalas, un solsticio escrito en la pared
con granito, con el eco de un amor
un bisturí y azafrán...
cómo me trastorna tu deceso
y es que tu ausencia es mi fantasma,
tras la puerta tu voz...
mi demencia: las ansias de encontrarte amor mío, hijo mío.
Hay lugares y estados a los que siempre se vuelve
porque son pan, porque preconizan el final।
A Nelson Estupiñán Bass

Soy un noctámbulo panegirista de la ciudad,
me gustan las paredes y su amplia boca,
su grito me sumerge en las eternas ansiedades
de pregonar la verdad,
de denunciar al sol crujiente que ayer no salió,
al asqueroso polvo que ensució mi ropa interior,
a la lluvia impávida que secó la flor de mi pasión...
al nocturno aroma de melancolía que devoró
a mi amigo, “el que era mi otro yo”...
a la ternura de la mujer que entiende e interpreta mi son...
El reto de la inmortalidad ante la palabra huidiza,
ante la acción impostergable del silencio:
cala, cuestiona, mata…


Ligamen
Soledad que te metes en mi alma
y engulles mi cuerpo en el supremo silencio:
¿cómo descansarán mis huesos
cuando tu aliento acentúe tu presencia?

¡Soledad madre mía!
perfumas mis manos.
Soledad que anegas mis ojos,
soledad que engendras postigos,
soledad que cultivas rastrojos
y plantas mis espejismos en desbandadas clandestinas,
como incienso aromático.

¡Soledad madre mía!
marcas mis escapismos por las ventanas:
en música, en disparates...
renueva el compromiso de pintar
el agua que se escapa,
el arte que respiro...

¡Soledad, madre mía!
en la tumba me esperas
para contarte cuentos
como me los cuentas en esta vida.
Horno

Palabras, ríos de palabras,
ríos ajenos... distantes,
solapados mundos...
seductores pasadizos…
Sí, pasadizos, parapetos, máscaras...
espejismos...

El barro guarda las palabras
como en un cementerio,
mientras en mi ser
la palabra pasa, fluye, huye...
y me engaño pensando que es cautiva,
que la domino...
si pudiera aprisionar una palabra,
una sola que no pase,
¡que realmente sea mía!
¿díganme cómo la atrapo?

Nací del silencio y al silencio me encamino...
¿existirá el eco de una palabra
cuando me haya ido...?

Una palabra, por favor,
una palabra que sea mía...
¿cómo la atrapo?
Es un horno encendido
yo un silencio… un mendigo,
… y en breve un muerto.
Las acciones cotidianas sueñan preñarse de olvido o de historia
el tiempo simplemente pasa.


Agenda

Día tras día, fluyen las páginas
en su vientre la reseña de la respiración,
solo signos, desencadenan desesperanzas,
encadenan esperanzas, mientras dura la memoria...

***

Las razones aquí anotadas
fueron fechas señaladas,
se hicieron, se hicieron,
pasó y quedó lo que quedó.

***

Este año, que anotamos, día tras día,
desgasta y conserva: las páginas,
el carbón del lápiz, el sentir, la esperanza…
el amasar el tiempo en un trozo de papel...
yo que no puedo dejar de escribir…
Hay un río adentro entre los árboles,
no es ancho, es torrentoso profundo,
enigmático turbio tibio,
tiene nombre de mujer,
por su fortaleza
por su paciencia y determinación...

Zozobra

Me quedaré sin palabras, como una piedra o como el viento...
En silencio me guardo mis ganas y me pierdo en los sueños
Ahora camino, ahora espero... necesito de agua...
Tengo puertas cerradas, las mentes... sin ideas, estériles...
Como un accidente en la madrugada…

He de quererte ¿por qué he de hacerlo?
Hay una flor en tu alma, desconocida…
En espera, como un grito, una voz...
La razón del llanto
El sentimiento curtido día tras día.

Las emociones, quien las conoce y las deja fluir...
Abre una puerta a la vida que traslucen,
a la belleza que aprisionan...
a la cura que desmantelan...
aprisiona y perturba…
Sin sentido

Una mesa de seis puestos y una manzana,
resume la pobreza de la mañana sin sol,
a hurtadillas un gato con nombre de tierra,
murió tarde, frente a una botella de alcohol.

Una razón para caminar me detiene
son un par de chancletas de cabuya,
unos gusanos navegan en el almuerzo,
un dúo de loros que no terminan de hablar.

La camiseta guarda el sudor a oxidado,
el viento desolado sin gotas de perfume
una vaciedad absoluta de cansancio.

Queda un billete para el boleto y las maletas,
otro día, como ayer, cuarto botellas y dos amigos.
el ron detenido y mi oportunidad es un cuento.

Recompensa

Las piedras resbalosas, líquenes de verdes tiernos,
no hay sendero, solo el curso del río, agua y piedras,
asciende por ahí o trasmuta a ración de brutos
regresar es morir... arriba, a pesar de las tormentas.

La asfixia de los consejos, palabras inútiles,
sin corazón ni tiempo, ironías del nunca jamás,
necesito un camino, aunque tarde el amanecer,
quiero utilizar mis pies, necesito caminar...

La vida en el bunker o la droga en el límbico, basura,
una cadena virtual sin manos ni pies... sin corazón,
una alegría sin huellas en el sendero, sin causas.

Me gusta sentir el sudor en el cuerpo por el trabajo,
la alegría del triunfo. ¡Gracias por estar descalzo...
por las piedras...! Siento el cansancio... siento mi corazón.

El poeta, el padre y la muerte

...como me asustan mis manos, mis mundos,
porque se convierte en densa soledad,
donde los sentidos escapan
donde se agrupa la sensibilidad...

Murió el hijo sepultamos al padre...
lo vimos llorar y no eran lágrimas de letras
sino de amante... de quien en la inconciencia reza
y espera la resurrección para acariciar a su hijo
para escuchar sus canciones... por eso lo quemó,
por eso esparció las cenizas... porque lo amaba
no esperó nunca que la melancolía se lo arrebatará...
así de mala es la nostalgia, por eso prefiero el agua
para ahogarla y la sal para cicatrizar heridas...
solo soy un pasajero, como tantos, espero mi regreso
pues este boleto, no lo compré, me lo regalaron
de ida y de vuelta, pero estoy en lista de espera,
como tantos, como todos.
El grito perentorio y permanente:
¡Mediocres del mundo únanse!.

Poesía para un auditorio mezquino

Y ahora: ¿qué hacer? Respirar y enfrentarlos…
mirarles a la cara y hurgan en su corazón con una cuchara.
una cuchara soquete de palo tosco con un hocico inmenso
recubierta de sus propias ganas, de esas algas,
de esos musgos...
que son el sedimento de sus ambiciosos deseos...
sí, quiero mecer el mango de madera y aventar por los aires
sus pasiones perdidas, su tiempo desperdiciado...
las coles de su vergüenza, eso que guardan con recelo
en ese arcón intimo y escondido.

Para cocinar necesito una olla, una olla grande
donde quepa el botín
¡ y la carnada para mi presa! un anzuelo que hinqué
que hiera no la carne sino más adentro,
tiene que ser un arpón que sujeté al ser entero

Las puertas de sus ojos son portillos para ingresar en sus almas
¿por qué los cierran? Es inútil, porque estoy dentro,
tu oído lo acaricio con mis labios y susurré tu nombre...
el sabor en mi boca, su sentir en mi placer...: qué importa el bien o el mal.
No tienes gafas, te sobran obsesiones: los naipes en las manos
Y el eterno laberinto en cada paso… sin respuesta…

Estación de necesidad y nostalgia

Esta mañana me han dicho que el amor tiene leyes,
Como el lenguaje la gramática...
Pero que diantre:
¿Qué es primero el sentir, la idea o la palabra?
Entonces surge el absurdo y me pierdo...

Dios, que no tiene cuerpo, habla al cuerpo
La diferencia de los sexos, se encara,
Las pasiones en un remolino y
Un placer que seduce, perturba y consume...
¿Cómo se comprende este poema incompleto...?

De la infancia solo conservo las rieles, que almidonan mi camisa,
Aquel recuerdo de ver al diablo en el estiércol,
¿Quién puede negarse a llorar y acariciar la flor de las vasijas propias?
¡Necesito que me escuches... necesito que me hables!
Solo me muero... necesito vivir... necesito que me quieras...

Dios es amor... y el amor no es soledad
Que ley puede encadenar al amor... que no sea la sonrisa
Y la esperanza del ser amado, los misterios deambulan en perchas que gritan...
Ay de los sordos... Ay de los ciegos...
¿Qué dolor hay que se someta a las reglas?
Si es verdadero dolor será por la ausencia, por la nostalgia... no por la demencia...

Ilumina mi existir... con tu sonrisa me basta para comprender el camino
Para saber cual es la melodía de esta canción que no calla... ni callará...
Quiero escribir mientras trabajo con colores de tardes y aromas de madrugada...
Saber que tu rostro, lo festejo, lo pinto... lo amo...
Que he de hacer para merecer tu sonrisa, no me impongas normas...
Dime que me quieres y haré del horizonte un cuerpo que cante...
Un secreto

...para contar un secreto...
hace falta tenerlo escondido...
los secretos al aire se oxidan,
no desaparecen, pierden la belleza...
un secreto enmascarado,
es un mal secreto, no es un secreto,
es una pesadilla acorralada, acosada
que desmedra y oprime...
eso, no es bello, es una vergüenza,
que solo se cura confesándola...
la belleza tiene sabor...
y espanta cualquier tristeza,
porque llama a la esperanza
y calienta el corazón con su sonrisa,
es un simple recuerdo
sin nostalgias, ni ansiedades,
ni desalientos...
no depende de carceleros,
está más allá del tiempo,
donde no hay precios,
ni límites, ni vergüenzas, ni desconciertos...
un secreto es un secreto
porque es bello y lo único propio,
porque enraíza lo más íntimo y escondido
donde hay más caretas...
Arribo inadvertido…

Llegué tarde... empecé a llorar...
las lágrimas gritaron, envolvían, dibujaban, seducían…
Nada en ese lugar, era mío... ¡nada!
Llegué tarde… lloré… ¡Estaba muerto!

No era ya mi casa... mi tiempo había pasado ¡se fue!
bienvenidas las lágrimas... ¡supe amar lo que fue mío!
y aquel día no estaba... todo se había ido.

Los vestigios entre las paredes eran cuchillos,
en el color la ira, el sueño... el pasado
cada vez más ligero, más ajeno... y por ello más doloroso...

¡Quizá prefiera las tumbas!
para llorar abiertamente ¡a gritos!
para purificar el recuerdo y dejar únicamente lo querido...

¡Quizá prefiera los epitafios!
para grabar nombres y rostros
para asentar en palabras el corazón y enraizar para siempre el recuerdo...

¡Lo muerto, muerto está! ¡el tiempo es así!
pero: ¿Por qué he de sentir? ¿Por qué tengo que llorar?
por un pasado, que tenía que pasar… ¡Nada fue mío!
¡soy un pasajero… nada más! ¿Por qué llorar?
Yo arrancaría las páginas de algunas introducciones
con un gusto sublime...
el tirón depende de la diferencia de los líquenes y las piedras.
De esta no lo hago
para no quitarte ese gusto...

Una lección

Podrías escuchar mi confesión:
El pecado que me entusiasma
Es dejar entrar la tristeza,
Dejarle que luzca en todas las caretas...
Y que anide en mis ilusiones.

Y me pregunto:¿Habrá infierno?
Lo extraño es que a Dios
Le llame indiferencia...
Y lo irónico que pueda sentir y trasformar
Cualquier situación con el ápice del alma...
Soy capaz de reaccionar ante la belleza y su contrario,
Mi cuerpo siente la presencia de las formas
Abrazo el tiempo y lo armo en colores
No me quedo indiferente... estoy vivo
Despertador
Alguien puede vender una divagación,
un juego de palabras que tratan de formar una idea,
qué pordiosero intentaría entrar con herramientas de hortelano
para cultivar palabras en vez de nabos...
solo quien sabe de ensaladas y preña de sabor los sentidos,
que le importa despertar,
mecer la cuna, acariciar a un hijo, saludar a un vecino...
perdonar al enemigo...
solo quien sabe de poemas descubre en la cocina
la sazón perfecta que falta a las palabras;
los poemas más puros tienen sémola,
no sirve acariciar las aguas con guantes de plástico,
la pronunciación amasa
la perturbación del corazón inquieto,
existe una compañera silenciosa, que segrega corazones
para despertar a quienes no duermen
y por ello mueren, porque piensan que los horizontes nacen
solo en la lejanía y es imposible al hombre
palpar a Dios en lo cotidiano de la vida,
agua que escondes y reanimas
rescatas con el aroma del amanecer
y descubres la luz cuando los ojos se cierran...

La palabra tiene alas,
porque es espíritu reposado, como una mariposa...
Zona peligrosa

El cansancio adormece los puños, aquieta el corazón
las noches sin dormir dejan escapar fantasmas encadenados,
que se alimentan del desvelo y la virulencia sacuden los cuerpos,
la tristeza es un campo desgarrado de carroña,
los rapaces usan del mantel de las lágrimas
para consolar las mordeduras y el desquicio
para extirpar las retinas como anestésico...

Duerme, respira, reza... abre tu corazón a un libro
saborea la amistad verdadera...
y cuado sientas la melancolía, síntoma de las noches negras,
ve despacio que un desfiladero acecha,
espera el menor descuido,
para soltar de las sombras todos los miedos
y desatar las fauces del hormiguero,
para congelar tu sangre en un suspiro
y transportar los sentidos al absoluto olvido,
de dejarte solo en un huerto calcinado
para que construyas una tumba
con un nombre (tu nombre) que no recuerdas...
Expiación

Las piedras son mías y mías las manos,
madrugué a abrir surcos y a sepultar racimos
dejé en los postes leyendas y grietas...
amasé palabras y cubrí de estiércol...
al esculpir los gritos arranqué barbechos
sequé las matas en los alambres...
y regué de sal los campos ajenos...
no temo a la muerte,
temo a la risa de encontrar mi cara para siempre,
mías son las manos, mías las piedras...
Sentencia

Al sentir el camino, algo se estremece,
Sin rostro, como un grito, como un llanto:
¡No tienes hijos! ¡Estás muerto!
Es el acoso del tiempo negado al cariño.

Tras el funeral, un túmulo afligido
Se fragmenta como un tiesto,
Añicos de un hombre, apenas olvido.
Es el deseo expreso de su rúbrica.

Los hijos nacen de los sueños,
De la sangre, de los ojos
Porque tiene el mismo cielo de los padres.

Estremecen el camino de lápidas,
Los muertos sin hijos, los hijos sin padres...
No necesitan tierra y el viento les escupe.
Seducción

Las hadas traspasan los minutos como los aromas,
la confluencia de la claridad, la frescura o la eternidad
conmueve al contemplar tu corazón
me hiere saber que soy propietario, porque no lo soy.

El pan se me escapa con la luz de tus ojos
el cansancio reclama, añora, desbarata...
el agua y la sal se condensan en tus labios
mi sed y mi descanso tiene la forma de tu manos.

Amanezco con tu figura en mis ojos y tu sabor en mis labios,
tengo algo que te recuerda como el eco de la mañana
mi deseo es perderme en el calor de tus manos
mi cuerpo se parte al sentirte en el agua... ¿Eres Dios para quererte tanto?

Te llamo vida porque recorres en mi sangre, eres Dios porque no me atas,
te agradezco me despiertes y seas silencio
apenas rastro para iniciar el peregrinar en cada latido,
busco tu Amor más allá del amor sin dejar de ser amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas! Podría jurar que visitado tu blog antes, pero
después de navegar a través de él leyendo algunos mensajes me di cuenta
de que es nuevo para mí. De todas formas , estoy contento de haberme
topado con esta página. La pondré en mis marcadores para volver de vez en cuando!


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Jonathan dijo...

A usted Sr. Fermín H. Sandoval, autor de este blog, doy mis felicitaciones por todos sus logros alcanzados en el maravilloso campo de las letras y por este excelente blog de poesía que más allá de encantar por sus versos y rimas ayuda a difundir el trabajo de varios artistas ecuatorianos, que a pesar de tener magníficas obras no tienen la acogida que deberían.
Reconozco el arduo empeño que tuvo para llevar a cabo esta recopilación de poemas, logrando aportar así con su trabajo a no dejar que tantos escritores poco o nada reconocidos queden en el olvido y que la cultura literaria ecuatoriana siga decayendo debido al poco interés por parte de los jóvenes y la falta de apoyo y divulgación de la literatura nacional.