miércoles, 25 de junio de 2008

Marco Núñez Duque (Quito1967-1988) / Textos de “Entre Bakunin y Jackeline en blue jeans”, MatapiOjO, 1989


quito dos de diciembre de mil novecientos ochenta y seis

recordada Alexandra


Espero que estés con las chicas que viven donde la cera no imparte órdenes a pesar de que esto es irreal aquí más que mi sirena eres el otro ser humano que estuvo conmigo en el polietileno geoide en posición que contiene lí­quidos…

paso a decirte no hay palabras voy a poner ejemplos pa­ra que comprendas en el segundo planeta de un sistema de una galaxia había una chica que era amiga de dos de sus habitantes los dos frecuentaban un vaso comunicante con tri­ple ensanchamiento que contenía un gas difícil de conden­sar el uno se trasladaba de un sitio a otro mediante una na­ve cilíndrica con sólo dos partes cúbicas el segundo era un androide que zozobraba cada vez que caía un cometa en el sitio en formación como que iba al vaso…

pero ella dejó de oír se volvió

no dio importancia a mi expuesto.

LA ESCUADRA VOLANDO

En el reino de los útiles escolares había miles de lápices que se dedicaban a escribir líneas en cuadernos con hojas en blanco, tarea controlada por un esferográfico que exi­gía:

“¡rayen más rápido, más rápido, se están demorando mu­cho¡”.

Para poder hacerlo se introducían a un sacapuntas -cuyo dueño era el esferográfico-, y continuaba la tarea de escribir. Un día el esferográfico dijo: "vagos voy a impedir que entren al sacapuntas con frecuencia, ahora será una vez al mes"…

Los lápices, enfurecidos, dejaron de escribir y gritaron a corro: “si no entramos al sacapuntas, nuestra punta se atro­fia y quedamos convertidos en un trozo de madera y grafi­to; dentro de poco tiempo dirás, que sea cada trimestre, ca­da año o cada década”...

El esferográfico dijo en voz alta: “silencio, nadie me tu­tea, si no siguen escribiendo voy a soltar los borradores y lanzar la escuadra”.

No obedecieron, estaban dispuestos a defender firmemente el acceso al sacapuntas; el esferográ­fico lanzó la escuadra, pasó quebrando por la mitad a mu­chos de ellos; luego hizo que se desplacen los borradores, que borraron del mapa a muchos lápices que encontraron en su trayectoria. Pero estaban convencidos de su acceso; se apoderaron del taipe con el que enrollaron a los resquebrajados; toma­ron la caja de fósforos; vino volando la escuadra, la incen­diaron en el aire; marcaron unas “X” en los borradores; al llegar donde el esferográfico lanzaron miles de fósforos prendidos, su plástico fue reduciéndose hasta convertirse en una bola de fuego...

Todo pasó a posesión de los lápices: el sacapuntas, el taipe, los cuadernos, el cenicero, el escritorio, la alfombra, el profesor; el aula.

el fusilamiento maquinado

Salto de tecla en tecla, formando palabras escribiendo el cuento, la cinta me advierte: “no aplastes muy duro las teclas” y yo dale, que suena la campanilla:"tin-tin-tin-tin"; el rodillo, pasa de línea se mueve la palanca de los colores y escribo rojo-ne­gro-rojo-negro; la cinta empieza a manchar el papel, me acerco para halarla y me atrapa…

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