¿Dónde estás ahora Iván Flores? quizás vives (¿?) exiliado de la poesía como quisiera Rimbaud; traficando flores tóxicas o deliriums de alcohol En tu foto estás todavía allí, conduciendo hacia una nada, con el fondo de un soldadito en trance de acechar...
“con cada lirio que nace/se escribe nuevamente tu epitafio”
D.V.A
* Iván Flores, poeta y caminante desencarnado en Ibarra a inicios de los 60, ha publicado tres cuadernos de poesía con el apoyo de sus familiares y amigos। Estos textos hacen parte de la selección 10 60 90, (diez poetas ecuatorianos de los 90/ nacidos en los 60), que K-Oz Editorial publicará próximamente.
¿Sería muy bueno saber dónde está…?
SELECCIÓN POÉTICA
EL TRIANGULO ERÓTICO
1
Mi hijo duerme en la epidermis de la tierra,
hoja peregrina en la mano del bosque.
Mi mujer enhebra sueños
en hilos de plata,
Yo me cargo de retazos de luna,
de pedazos de lluvia.
Los tres boceteamos una huella titánica en la piel de Dios.
2
Mi hijo danza con música interior;
lo veo lanzar la flecha del asombro.
Mi mujer teje escarpines para las estrellas.
Yo abro la puerta al Milagro.
3
Mi hijo despierta el alma de la tierra.
Yo recojo sus sueños y los planto.
Mi mujer cose lunas con mis poemas.
4
Mi hijo, luciérnaga en medianoche,
pinta el rostro de las rosas.
Mi mujer extiende el corazón.
Yo geometrizo este doble triángulo y me acuerdo que
/estoy vivo.
5
Mi hijo alquimiza con la música de las flores
y los sueños más dulces del bosque lo encuentran riendo.
Mi mujer esparce semillas en las tierras de la soledad.
Yo me reinvento un día más.
6
Mi hijo acaricia las cosas con nuevos nombres
haciendo visible, lo invisible.
Yo encuentro a la Palabra:
Mi mujer, golondrina, anida en mi alma.
MADERA
En la eternidad del Origen
el Centro,
la semilla,
rosa cubierta por las entrañas del limo.
En esa misma eternidad,
de las entrañas para arriba
el árbol: cielo abajo.
Madera paciente decantándose
cientos de bocas
en la leche subterránea de la tierra,
substancia caleidoscópica
arcoiris en la oquedad del maderamen,
transmutándose,
alquitarándose
para parir belleza,
agua pura para los ojos,
pan del cielo
para el cielo del hombre.
La madera rica,
deliciosamente pintada,
graciosamente bella...
es cuadro, imagen
creación
arte y sombra del camino.
Los ojos arriba
se cuelan por entre las hojas
y la luna descuelga su belleza
y así, el sol con ella,
deja que su luz se acomode y acaricie la forma vegetal,
ese mismo destello imperecedero
es transparentado por la tierra
en el cuerpo del árbol: Madera.
Madera de colores hipnóticos,
plácidos,
oro paciente, filtrado
y con alas.
Madera de colores:
Negro nogal, del negro
taciturno
que se hace brillante plata cuando la luz le toca,
brillante en sus esmaltes engastados,
púrpura de pulpa
negra.
Rojo, caoba y cedro también nos danzan quietos...
Y es la ancianidad niña
y el canto de pájaro azul el que nos lleva
en el amanecer despierto.
Ceibo, ocre puro
oro sin testigos
oro sin orín
fino, felpudo y amoroso,
largas hojas manos
observan y juegan
sin que la mezquindad
de los miserables
las dejen sin su oro.
La nube se convoca en la invocación de la madera viva
y en la muerta
las manos tocan selva,
pradera, colina, cerro y montaña.
Madera y árbol
son el hombre
y del hombre.
Mansa, se deja acariciamar.
Duro, firme y paciente
armoniza la tierra con el agua arcangélica.
Huayacán, sonido misterioso
de ojos más profundos que el laurel
duerme joven en la perfumada vitalidad del río,
viejo ya y apoyándose en el crepúsculo
abre su eternidad y cae
para unir luz y tinieblas,
para cantar el triunfo de Dios.
Hermafroditas
las copas del violeta
en la flor,
de la luz y la música que pueden ver hasta los ciegos,
son los árboles de colores
son las hembras y machos que se enamoraron de su
/propia hechura
de su vastedad
de sus lunas y soles,
amigas y amigos de todos los vientos,
del deslumbre del esteta
y novias azules y amarillas del pensador,
tocan sus campanas
en un solo instante,
en la tierra ya son semen
y crios y solo senderos.
Rojas las hojas de las estrellas
cruzan vibrátiles,
esas flores del árbol
que son siderales
que es estrella y que es luna.
Para los poetas
en el camino
están sembrados,
si los cortan para que este no los vuelva a ver
ellos dejan el perfume de su ser
Sándalo que ha golpeado el hacha con su fragancia.
Por eso:
por eso, fálico el árbol
por eso es santo
por eso tiene innúmeros hijos
que se recrean con su sola presencia...
Árbol, Madera... Origen.
EL TRIANGULO ERÓTICO
1
Mi hijo duerme en la epidermis de la tierra,
hoja peregrina en la mano del bosque.
Mi mujer enhebra sueños
en hilos de plata,
Yo me cargo de retazos de luna,
de pedazos de lluvia.
Los tres boceteamos una huella titánica en la piel de Dios.
2
Mi hijo danza con música interior;
lo veo lanzar la flecha del asombro.
Mi mujer teje escarpines para las estrellas.
Yo abro la puerta al Milagro.
3
Mi hijo despierta el alma de la tierra.
Yo recojo sus sueños y los planto.
Mi mujer cose lunas con mis poemas.
4
Mi hijo, luciérnaga en medianoche,
pinta el rostro de las rosas.
Mi mujer extiende el corazón.
Yo geometrizo este doble triángulo y me acuerdo que
/estoy vivo.
5
Mi hijo alquimiza con la música de las flores
y los sueños más dulces del bosque lo encuentran riendo.
Mi mujer esparce semillas en las tierras de la soledad.
Yo me reinvento un día más.
6
Mi hijo acaricia las cosas con nuevos nombres
haciendo visible, lo invisible.
Yo encuentro a la Palabra:
Mi mujer, golondrina, anida en mi alma.
MADERA
En la eternidad del Origen
el Centro,
la semilla,
rosa cubierta por las entrañas del limo.
En esa misma eternidad,
de las entrañas para arriba
el árbol: cielo abajo.
Madera paciente decantándose
cientos de bocas
en la leche subterránea de la tierra,
substancia caleidoscópica
arcoiris en la oquedad del maderamen,
transmutándose,
alquitarándose
para parir belleza,
agua pura para los ojos,
pan del cielo
para el cielo del hombre.
La madera rica,
deliciosamente pintada,
graciosamente bella...
es cuadro, imagen
creación
arte y sombra del camino.
Los ojos arriba
se cuelan por entre las hojas
y la luna descuelga su belleza
y así, el sol con ella,
deja que su luz se acomode y acaricie la forma vegetal,
ese mismo destello imperecedero
es transparentado por la tierra
en el cuerpo del árbol: Madera.
Madera de colores hipnóticos,
plácidos,
oro paciente, filtrado
y con alas.
Madera de colores:
Negro nogal, del negro
taciturno
que se hace brillante plata cuando la luz le toca,
brillante en sus esmaltes engastados,
púrpura de pulpa
negra.
Rojo, caoba y cedro también nos danzan quietos...
Y es la ancianidad niña
y el canto de pájaro azul el que nos lleva
en el amanecer despierto.
Ceibo, ocre puro
oro sin testigos
oro sin orín
fino, felpudo y amoroso,
largas hojas manos
observan y juegan
sin que la mezquindad
de los miserables
las dejen sin su oro.
La nube se convoca en la invocación de la madera viva
y en la muerta
las manos tocan selva,
pradera, colina, cerro y montaña.
Madera y árbol
son el hombre
y del hombre.
Mansa, se deja acariciamar.
Duro, firme y paciente
armoniza la tierra con el agua arcangélica.
Huayacán, sonido misterioso
de ojos más profundos que el laurel
duerme joven en la perfumada vitalidad del río,
viejo ya y apoyándose en el crepúsculo
abre su eternidad y cae
para unir luz y tinieblas,
para cantar el triunfo de Dios.
Hermafroditas
las copas del violeta
en la flor,
de la luz y la música que pueden ver hasta los ciegos,
son los árboles de colores
son las hembras y machos que se enamoraron de su
/propia hechura
de su vastedad
de sus lunas y soles,
amigas y amigos de todos los vientos,
del deslumbre del esteta
y novias azules y amarillas del pensador,
tocan sus campanas
en un solo instante,
en la tierra ya son semen
y crios y solo senderos.
Rojas las hojas de las estrellas
cruzan vibrátiles,
esas flores del árbol
que son siderales
que es estrella y que es luna.
Para los poetas
en el camino
están sembrados,
si los cortan para que este no los vuelva a ver
ellos dejan el perfume de su ser
Sándalo que ha golpeado el hacha con su fragancia.
Por eso:
por eso, fálico el árbol
por eso es santo
por eso tiene innúmeros hijos
que se recrean con su sola presencia...
Árbol, Madera... Origen.
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